📸 Imagen cortesía ADIDA
[LA VOZ EN LA CALLE]
Este jueves 30 de octubre, en medio del bullicio industrial y la rutina urbana de Medellín, la voz de los docentes de Antioquia se hizo sentir con fuerza. Más de 12.000 colegios públicos en todo el país apagaron sus aulas por 24 horas, uniéndose a un paro nacional convocado por la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode).
La Asociación de Institutores de Antioquia (ADIDA) tomó las riendas de esta movilización en la región, denunciando no sólo la precariedad de las condiciones laborales y un sistema de salud que consideran quebrantado, sino también un “trato represivo” por parte de las autoridades locales y nacionales. Reivindicaron con firmeza el derecho constitucional a protestar, mientras marchaban desde su sede en el corazón de Medellín, a las 10 de la mañana, surcando la Avenida Oriental hasta el emblemático Parque de las Luces.
¿Por qué esta movilización? La respuesta emergió en cada paso, en cada grito y en cada pancarta: la dignidad del maestro, la defensa de la educación pública y una exigencia clara de un servicio de salud que no sea una carga ni para ellos ni para sus familias. Ante la sombra de la intimidación, eligieron la protesta pacífica, un reclamo desde la esperanza más que desde la rabia.
La jornada se vivió con la determinación y la serenidad de quienes saben que su lucha trasciende la jornada y busca construir, no destruir. Este paro nacional, más que un acto de resistencia, se convirtió en un símbolo palpable de que la educación sigue siendo el pulso vivo de una sociedad que aspira a respetar a quienes la forman. ¿Será posible, después de esta jornada, alcanzar respuestas que cambien el panorama docente en Colombia? La incertidumbre persiste, mientras la marcha de los maestros dibuja la historia del país en sus pasos serenos.


