📸 Imagen cortesía: Captura de pantalla. Imagen tomada de la cuenta de X de Álvaro Uribe Vélez
Coalición inesperada contra el petrismo
Este jueves 30 de octubre de 2025, en la calidez tensa de Rionegro, Antioquia, dos figuras que parecían irreconciliables, Ingrid Betancourt y Álvaro Uribe Vélez, compartieron mesa y resoluciones. Allí anunciaron una decidida alianza política: una amplia coalición de centroderecha y oposición cuyo objetivo explícito es derrotar al petrismo en la primera vuelta de las presidenciales de 2026.
El gesto podría parecer anecdótico, pero no lo es. Ingrid Betancourt, al frente del Partido Oxígeno, y Álvaro Uribe, líder del Centro Democrático, cruzaron por primera vez la histórica división que los ha separado durante décadas. Ambos, con el peso de sus historias y simbolismos irreductibles, acordaron unir fuerzas bajo una única bandera: la preocupación por la transparencia electoral y el combate a lo que llaman una “maquinaria de fraude”.
Betancourt, en diálogo con La FM, expresó la inquietud que motiva esta alianza: elecciones recientes han estado marcadas por resultados inexplicables, especialmente en las denominadas “zonas rojas”, donde prosperan el narcotráfico y la guerrilla. “Nos tenemos que preparar para enfrentar esa maquinaria de fraude”, dijo, alertando de un posible “ensayo” en consultas internas previas al escrutinio nacional.
Por su parte, Uribe subrayó que esta coalición no es solo una reacción al petrismo, sino una “colaboración para construir una gran coalición de base democrática”, que incluya diversos sectores y partidos, con énfasis en la defensa de políticas sociales, la eficiencia estatal y la protección del ahorro pensional. Ambos coincidieron en la gravedad de la polarización y la crisis institucional que atraviesa el país, elementos que, según ellos, “obligan a priorizar la vigilancia electoral como un deber ciudadano”.
Este jueves, entonces, no sólo se selló un pacto político sino que se abrió un interrogante profundo: ¿puede esta coalición heterogénea sostenerse más allá del enemigo común? En medio de un país dividido y en medio de la sombra de prácticas electorales dudosas, la alianza parece más un signo de alarma que de tranquilidad.
Los ciudadanos observan con expectación y escepticismo. Orillas antaño irreconciliables consiguen unirse por el miedo compartido al petrismo y a la corrupción. Pero, ¿será suficiente este frente para recuperar la confianza erosionada en las instituciones y dar paso a una nueva etapa democrática? La historia reciente indica que la política en Colombia rara vez es un dato estable. A partir del próximo año, el colombiano medio tendrá que decidir si esta coalición es alternativa o cortina de humo. El tiempo, y las urnas, dictarán su sentencia.


