Nueva guerra entre ELN y Segunda Marquetalia

📸 Imagen cortesía: Imagen de referencia. Creada con IA.
[Vichada, al filo del abismo: ¿guerra sin tregua?]

Desde el 3 de agosto de 2025, el silencio en las tierras vastas y casi deshabitadas del Vichada se quebró con un estrépito inquietante: la ruptura definitiva entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y la Segunda Marquetalia puso en marcha un nuevo capítulo de violencia.

Esta alianza, que durante dos años había tejido una red para controlar rutas de narcotráfico y la minería ilegal entre Colombia y Venezuela, se deshizo, y con ella estalló una feroz disputa por el dominio territorial. Puerto Carreño, La Primavera, Cumaribo y Santa Rosalía, municipios marcados por la fragilidad institucional, hoy sienten como nunca el peso de esta confrontación.

La Defensoría del Pueblo no tardó en lanzar la alarma: la Alerta Temprana de Inminencia 015/2025 advierte sobre riesgos críticos para la población civil, señalando asesinatos selectivos, desplazamientos masivos y confinamientos que privan a comunidades enteras de su libertad y seguridad.

¿Quiénes son los actores en esta tragedia? Frente a frente están el ELN y la Segunda Marquetalia, antiguos aliados que ahora se enfrentan por el control de economías ilegales que sostienen sus estructuras: las rutas en las que transitan cargamentos de drogas y la extracción indiscriminada de oro y coltán, minerales codiciados y fuente de financiación. Sin embargo, la Defensoría alerta que otros grupos armados, como el Nuevo Estado Mayor Central, el Ejército Revolucionario Popular Antisubversivo de Colombia (Erpac) y el Ejército Gaitanista de Colombia (EGC), podrían sumarse en esta disputa, agravando el panorama.

El porqué es claro pero angustiante: el vacío de presencia estatal y la rentabilidad de estas actividades ilícitas han convertido al Vichada en un escenario proclive para la violencia que no solo se mide en cifras, sino en vidas humanas desgarradas y comunidades desplazadas. A medida que emergen nuevos actores y viejas heridas se reabren, la tensión crece y la esperanza se desvanece.

Este conflicto, más que una pelea entre grupos armados, es un reflejo de las dinámicas olvidadas que erosionan la paz, mientras la gente común queda atrapada en la lucha por un poder ilegítimo que despoja y desgarra.

¿Habrá una respuesta efectiva que detenga esta espiral? La Defensoría y las autoridades monitorean la situación, pero la duda persiste: ¿será posible frenar al miedo y restaurar la paz en un territorio donde la justicia parece ausente? Mientras tanto, el Vichada vive una nueva y dolorosa página de su historia.

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