Falleció Karol Stepanía, menor de 15 años atropellada por taxista ebrio en Bogotá

📸 Imagen cortesía Redes Sociales
¿Quién responderá por Karol?

El suroriente de Bogotá está envuelto en un silencio cargado de dolor desde la tarde del martes 11 de noviembre de 2025. Karol Stepanía, una adolescente de apenas 15 años, dejó este mundo en una Unidad de Cuidados Intensivos, donde luchaba por su vida tras un atropello que dejó una herida imborrable en la ciudad.

Ocurrió cerca de las 8:20 de la noche del sábado 8 de noviembre, en el barrio San Cristóbal. José Eduardo Chalá Franco, un taxista de 56 años, bajo los efectos del alcohol, perdió el control de su vehículo y embistió a un grupo de peatones que caminaban desprevenidos. Entre las víctimas, once en total, estaban hermanos y una prima de Karol, menores de edad que aún enfrentan el impacto físico y emocional de la tragedia. Las cámaras callejeras registraron el atropello, un momento de caos y desolación que dejó fracturas, heridas traumáticas y un vacío imposible de llenar.

Karol fue trasladada con urgencia a centros médicos del sur de la ciudad, donde la batalla por su vida duró días. Fracturas en la cadera y un trauma craneoencefálico estremecieron a médicos y familiares. Sin embargo, la esperanza se desvaneció cuando diagnosticaron muerte cerebral. La confirmación de su fallecimiento fue un golpe al corazón de Bogotá que aún no logra sanar.

El secretario Distrital de Salud, Gerson Bermont, expresó el sentimiento colectivo: “Lamentamos profundamente el fallecimiento de Karol Stepanía. Repudiamos este acto de irresponsabilidad vial y enviamos un mensaje de solidaridad a su familia.” Sus palabras, firmes y cargadas de pesar, no logran tapar la grieta que deja una vida joven arrebatada por una conducción imprudente.

¿Por qué sucede que, ante las repetidas advertencias, el alcohol sigue siendo cómplice de tragedias viales? La conducción bajo sus efectos debe ser rechazada con la fuerza con la que la ciudad despide a Karol. Este episodio no es un hecho aislado, sino un reflejo doloroso de una problemática que sigue erosionando la seguridad y la confianza en las calles.

Mientras el ruido es reemplazado por recuerdos y lágrimas, las preguntas sobre responsabilidad, prevención y justicia permanecen en el aire. ¿Qué hará la ciudad para que esta historia no se repita? ¿Podrá el sistema de justicia actuar con la celeridad y firmeza que exigen las víctimas y sus familias?

Karol se fue, pero su nombre resuena como un llamado urgente a la reflexión y al cambio. Bogotá, esta vez, no puede mirar hacia otro lado.

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