📸 Cortesía: KHALID ELFIQI
Auroras inesperadas: el Sol regaló un espectáculo poco visto en España
La noche del miércoles 12 de noviembre de 2025, cuando la oscuridad aún dominaba los cielos, un fenómeno poco habitual iluminó el firmamento de varias partes del mundo. Auroras boreales, esas danzas de luces que suelen quedarse en los confines del Ártico, sorprendieron incluso a quienes se hallaban en latitudes tan meridionales como España.
Lo que normalmente parece un privilegio exclusivo de Noruega, Islandia o Canadá, se desplegó con intensidad inusitada sobre el Observatorio de Calar Alto, en Almería, donde las cámaras astronómicas capturaron imágenes que parecían más un sueño que una realidad. También Galicia, Salamanca y otros rincones de la península se vistieron con destellos rojos, verdes y violetas que transformaron la noche en una galería lumínica compartida en redes sociales bajo etiquetas como #AuroraEnEspaña y #LucesDelSur.
Detrás de esta maravilla celestial está la furia solar: la región activa 4274 del Sol lanzó múltiples eyecciones de masa coronal, una suerte de ráfagas de partículas cargadas, acompañadas por llamaradas solares de clase X, donde la más intensa alcanzó la magnitud X5.3, una de las mayores en más de veinte años. Estas partículas viajaron a velocidades impresionantes —hasta 1.700 kilómetros por segundo— y, al chocar con el campo magnético terrestre, provocaron una tormenta geomagnética de nivel G4 según la NOAA.
La Agencia Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) no tardó en emitir alertas por posibles riesgos: sistemas eléctricos, comunicaciones por radio y la navegación satelital podrían verse afectados. Sin embargo, hasta ahora no se han reportado daños ni interrupciones graves.
¿Será este fenómeno un simple capricho solar o un recordatorio del delicado equilibrio que sostiene nuestra tecnología y vida diaria ante la imprevisible naturaleza del cosmos? Mientras la comunidad científica mide y observa, para quienes vivieron la madrugada del 12 de noviembre queda la memoria de una noche en que el cielo decidió ponerse vestido de gala, recordándonos que a veces las fronteras geográficas se diluyen bajo luces que vienen de tan lejos y tan intensas.


