Abstencionismo. El gran vencedor en México.

¿Voto o silencio? La elección que no convocó

El pasado domingo 1 de junio, en México se llevó a cabo una jornada electoral sin precedentes que convocó a casi 100 millones de ciudadanos para elegir 2,681 cargos de jueces y magistrados a nivel nacional y local. Un ejercicio histórico, sí, pero marcado por un protagonista inesperado: el abrumador abstencionismo. Según datos oficiales del Instituto Nacional Electoral (INE) y diversas encuestas independientes, al menos el 87% de los electores optó por no participar.

Esta inédita elección surgió en el marco de la reforma al Poder Judicial impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum, quien buscaba consolidar un cambio profundo en la forma en que se seleccionan a quienes imparten justicia en el país. Por primera vez, los ciudadanos tendrían la facultad de elegir directamente a jueces y magistrados, una apuesta democrática sin parangón. Sin embargo, a pesar de la magnitud y trascendencia de la consulta, apenas entre el 12.5% y el 16.9% acudió a las urnas; aproximadamente 13 millones de personas, una cifra considerablemente inferior a los 35.9 millones que votaron por Sheinbaum en 2024.

Detrás de esta desidia electoral asoma un cuadro complejo. Un estudio de Massive Caller revela que casi la mitad de los mexicanos (47.6%) desconfía del proceso electoral; el desinterés representa el 20%, y un 10% afirmó desconocer que esta elección tendría lugar. En un ambiente teñido por la escasa información, la poca movilización y las críticas por la transparencia y pertinencia del ejercicio, el domingo transcurrió con la instalación del 99.9% de las casillas programadas y la presencia de funcionarios de alto nivel. Sin embargo, ni filas ni concentraciones masivas: un escenario sombrío, que contrasta con la efervescencia de procesos electorales ejecutivos o legislativos.

Además, la elección no estuvo exenta de incidentes. Se reportaron denuncias de irregularidades graves en estados como Chiapas, Michoacán y Sinaloa. Mientras tanto, la interrogante queda flotando en el aire: ¿qué significa este silencio colectivo? ¿Es un rechazo al Poder Judicial, al mecanismo electoral o a las instituciones que los respaldan? Más que una elección, ¿fue ese día un espejo del desencanto y la distancia que siente la ciudadanía con la justicia en México?

En este contexto, la contundente ausencia se convierte en un mensaje que exige ser escuchado. ¿Podrá la democracia mexicana interpretar este clamor silente y responder con reformas que no solo cambien estructuras, sino también recuperen la confianza erosionada? El reloj sigue y el futuro del Poder Judicial pende, al menos por ahora, en el equilibrio precario de ese casi 87% que optó por callar.

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