📸 Cortesía: @AlvaroLeyva
¿TRAICIÓN DESDE NUEVA YORK?
Un audio, un plan y un escándalo
Este domingo 29 de junio de 2025, la filtración de audios ha puesto al excanciller colombiano Álvaro Leyva en el ojo del huracán político. Según una investigación del diario español El País, Leyva se habría reunido en abril en Nueva York tratando de tejer apoyos en Estados Unidos para una maniobra que busca destituir al presidente Gustavo Petro antes de que termine su mandato.
Las reuniones, registradas en audios recogidos por la inteligencia colombiana, involucran encuentros con asesores cercanos al expresidente Donald Trump y al congresista republicano Mario Díaz-Balart, así como un intento por aproximarse al secretario de Estado Marco Rubio. Sin embargo, fuentes oficiales en Washington desmintieron cualquier respaldo del gobierno estadounidense a estas gestiones, apuntando a la falta de acogida de las ideas planteadas por Leyva.
En las grabaciones, el excanciller no oculta su intención: “Hay que sacar a ese tipo… el orden público se desbordó”, afirma, refiriéndose al presidente Petro. Justifica la necesidad de removerlo señalando que el país se dirige “al despeñadero” y menciona supuestos problemas de adicción que comprometerían el liderazgo del mandatario. Para lograr este objetivo, su plan implica la conformación de un “gran acuerdo nacional” que incluiría actores controversiales como el ELN y el Clan del Golfo, junto con sectores políticos y gremiales influyentes.
La trilogía del poder que propone es inquietante: eliminar a Petro y entregar la presidencia a la vicepresidenta Francia Márquez, todo envuelto en una coalición poco convencional. “Yo he hablado con los gremios más importantes”, asegura Leyva, destacando la amplitud de sus contactos y la urgencia del momento.
Es inevitable preguntarse qué implica para Colombia que uno de sus antiguos diplomáticos este enfrascado en un complot político con tintes insurreccionales. ¿Qué mueve a Leyva a intentar involucrar a actores armados y conspirar desde territorio extranjero contra un gobierno legítimo? ¿Podrá el sistema democrático colombiano resistir esta sacudida interna y externa? Mientras tanto, Washington mantiene un discreto silencio oficial, que muchos interpretan como un distanciamiento cuidadoso.
Las consecuencias de esta revelación apenas comienzan a desplegarse en el escenario político nacional e internacional. La ciudadanía observa atenta, esperando que las instituciones esclarezcan y actúen con transparencia. Pero, en medio de estas sombras, queda la pregunta que retumba: ¿Quién protege realmente la democracia cuando sus propios custodios parecen jugar a su erosión?