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Coartem Baby: esperanza para los más pequeños contra la malaria
Este 8 de julio de 2025, en Suiza, Swissmedic marcó un hito al aprobar Coartem Baby, el primer medicamento diseñado especialmente para tratar la malaria en recién nacidos y bebés que pesan menos de cinco kilogramos.
El nuevo tratamiento surge de la colaboración entre Novartis, Médicos Sin Fronteras y Medicines for Malaria Venture (MMV), una alianza que responde a una necesidad largamente desatendida: proteger a la infancia más vulnerable en la batalla contra la malaria. Hasta ahora, estos pequeños habían quedado sin opciones terapéuticas adecuadas frente a una enfermedad que, según la Organización Mundial de la Salud, representa un 75% de las muertes por malaria en niños menores de cinco años, particularmente en África.
Coartem Baby no es un remedio cualquiera. Se trata de una formulación pediátrica de artemeter-lumefantrina, el principio activo de Coartem, adaptado en dosis y presentado en comprimidos disolubles con sabor a cereza para facilitar su administración junto con la lactancia materna. Un detalle que parece pequeño, pero que puede salvar vidas en comunidades con recursos limitados, donde este medicamento será distribuido de forma gratuita en ocho países africanos como parte de un programa global para priorizar tratamientos cruciales.
Detrás de esta aprobación acelerada están los resultados del estudio CALINA, que confirmó la seguridad y efectividad de esta dosis adaptada en bebés con infecciones no complicadas por Plasmodium falciparum. “Nos enorgullece haber encontrado una solución científica que protege a quienes antes quedaban excluidos”, declararon sus responsables, subrayando el impacto humanitario del avance.
A partir de ahora, la pregunta que queda en el aire es si esta victoria científica podrá concretarse en un acceso real y sostenido para los miles de bebés en riesgo. La malaria sigue cobrando vidas, y la llegada de Coartem Baby abre una puerta esperanzadora. Pero la historia no termina aquí: es el inicio de un desafío global para que esta innovación se traduzca en salud para los más pequeños, más allá de las cifras y las fronteras. ¿Podrá la comunidad internacional sostener el compromiso y cerrar esta brecha histórica?