A pocos meses de cumplirse los 50 años del descubrimiento de la tumba y mausoleo de Qin Shi Huang, primer emperador de China, no se han podido conocer a profundidad todos los secretos que esta alberga. De acuerdo a estudios recientes, intentar explorar la tumba del emperador podría ser tan peligroso para su conservación como para la vida de quien lo haga.
Y es que los peligros no radican únicamente en la simbólica protección que tiene de miles de soldados y guerreros de terracota que fueron enterrados cerca a la tumba de Qin Shi Huang. Según relatos históricos de hace más de mil años, la tumba del emperador quedó protegida, por dentro, con ballestas, flechas y otras trampas mortales para evitar intrusos.
Estos rumores surgieron del relato del historiador Sima Qian, quien, cien años después de la muerte del emperador, en el año 210 a. C., difundió la existencia de estas armas sorpresa, junto con ríos de mercurio y un sistema de flujo mecánico de esta sustancia tóxica.
En 2020 se publicó un estudio sobre las emisiones gaseosas de mercurio sobre la tumba del emperador. Esta investigación no solo confirmó la existencia de grandes contenidos de mercurio líquido al interior de la tumba de Qin Shi Huang, sino que también detectó niveles elevados de mercurio gaseoso en la atmósfera, sobre el montículo de la tumba. Esto podría darse debido a la formación de grietas que pudieron generarse en 2.200 años.
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Esta información no solo confirma los rumores de una de las trampas mortales que esconde este mausoleo, sino que deja en jaque otros dos factores importantes. En primer lugar, significaría que la tumba nunca antes ha sido saqueada, por lo que la densidad de mercurio continúa siendo alta en el lugar y no se ha escapado. Además, implicaría las imposibilidades actuales de hacer una exploración profunda de estos vestigios arqueológicos por las posibles amenazas que estos presentan.