Arrancó el paro nacional arrocero

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¿Arroz en crisis, ¿de quién es la cosecha?

Este lunes 14 de julio de 2025, el sol apenas despuntaba cuando el campo colombiano empezó a callar: el gremio arrocero declaró un paro nacional indefinido. La protesta no es espontánea, sino el grito contenido de agricultores que denuncian promesas incumplidas y una crisis económica que ahoga desde la raíz.

A partir de las 7:00 a.m., las carreteras se vieron interrumpidas por bloqueos intermitentes en al menos ocho departamentos, entre ellos Huila, Tolima, Meta, Casanare, Santander y los Llanos Orientales. Estas regiones — corazón productivo del arroz nacional — ahora enfrentan un apagón en la circulación, una movilización que busca visibilizar el drama de miles de familias rurales.

El origen de este conflicto se remonta a acuerdos previos fraguados tras un paro en marzo de este año. Los agricultores exigen los subsidios directos al precio del arroz prometidos por el Gobierno, que según sus voces, nunca llegaron. La realidad financiera es crítica: producir una hectárea cuesta cerca de 11 millones de pesos, pero el ingreso por venta no supera los 9 millones. Esta brecha genera pérdidas persistentes y desangra la subsistencia campesina.

La Federación Nacional de Arroceros (Fedearroz) ha expresado «enorme preocupación» por el desplome del precio del arroz paddy verde, que pasó de 225.000 a 170.000 pesos por carga en meses recientes, con cifras todavía más dramáticas en zonas llaneras. Esta caída de aproximadamente un 25% en comparación con mediados de 2024 anula cualquier posibilidad de rentabilidad y extiende un manto de incertidumbre sobre el sector.

Los bloqueos se ejecutan con una dinámica que alterna seis horas de cierre estricto y una hora de circulación permitida, buscando generar presión sin paralizar completamente el país. Hasta la tarde, las principales vías al L estuvieron entre las más afectadas, reflejando tanto la firmeza como la fragilidad de una protesta que es, en el fondo, un llamado urgente.

¿Podrá el Gobierno responder a esta alarma? ¿Habrá voluntad para restablecer la confianza y evitar que la crisis del arroz siga erosionando la ruralidad colombiana? Mientras tanto, los caminos permanecen bloqueados, como el futuro incierto de sus protagonistas. La cosecha, más que de arroz, es de esperanzas que claman ser escuchadas.

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