Asesinado en pleno centro de Arauca el jefe de seguridad del mandatario local

📸 Imagen cortesía
[ASESINATO EN EL CORAZÓN DE ARAUCA: EL PRECIO DE LA PROTECCIÓN]

Un disparo. Veintitrés veces. Y el silencio impuso una ausencia que resuena en las calles de Arauca.

El sábado 13 de septiembre de 2025, a las 7:53 p.m., el subintendente Jorge Armando Tapias murió en un billar ubicado en el sector El Remolino, justo en el centro de la capital del departamento de Arauca. Dos hombres armados irrumpieron en el establecimiento nocturno “Mi Oficina”. Sin mediar palabra, uno de ellos disparó con precisión fatal contra Tapias. El oficial, jefe de seguridad del alcalde Juan Alfredo Qüenza Ramos, cayó abatido al instante, dejando un vacío y una pregunta lacerante: ¿qué significa proteger en una región donde el peligro es cotidiano?

Tapias, con 34 años, había dedicado año y medio a la protección del mandatario local. Más que un guardián, su vínculo era de confianza y amistad profunda, reflejo de una relación que, según el alcalde, superaba incluso los lazos familiares. Atrás quedó su hijo de siete años, la sombra silenciosa que ahora vive su ausencia. En una región marcada por la violencia, su asesinato no es solo un golpe personal sino un reflejo brutal del riesgo extremo que enfrentan los miembros de la Fuerza Pública.

En la voz del alcalde Qüenza resuena la denuncia: este acto fatal se inserta en la conmemoración de los 45 años del Frente Domingo Laín del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Una estructura guerrillera que extiende su sombra, desafiando la presencia estatal. “Abandono estatal”, es la acusación que atraviesa el dolor. Mientras tanto, la justicia busca esclarecer si tras el ataque hay más que armas y balas, quizás una intentona de sembrar terror y silenciar a quienes custodian la autoridad local.

La comunidad se estremece, las autoridades activan recompensas e investigan, pero la incertidumbre persiste. ¿Podrá la seguridad en Arauca recuperar terreno entre tantas sombras? Este crimen no es solo un golpe contra un hombre: es una herida abierta que interroga el futuro de una región y el valor que se le da a quienes defienden la democracia en medio del conflicto.

Mientras tanto, en la capital araucana, el eco de los disparos no se desvanece. Deja una pregunta suspendida, un desafío a la justicia y a la paz: ¿qué precio pagamos por proteger?

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