El Olallamys albicaudus es un roedor grande, peludo y de cola larga que se registró por primera vez en el país en 1879. Desde eso, en casi 150 años solo se ha tenido de él en 17 oportunidades en el país y una en Ecuador, por lo que es casi desconocido para las autoridades ambientales.
La sorpresa se dio cuando un guardabosques de nombre Sergio Cruz, de la Fundación ProAves, hacía estudios en la Reserva del Loro Orejiazul ubicada en Génova, Quindío. Cruz indicó que “vi a este mamífero por el sendero alimentándose de bambú y pasto” y que no se asustó ni se preocupó ante su presencia.
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Esta es la primera vez que se registra un individuo de esta especie en este departamento, y fue en un ecosistema ubicado a 3.430 metros sobre el nivel del mar. Los anteriores registros en el país fueron en Antioquia, Valle del Cauca, Nariño y Cundinamarca, predominando este último en cantidad de avistamientos. En 2021 se identificó por primera vez la presencia de este roedor en Ecuador, a 70 kilómetros de la frontera con Colombia, siendo su registro más austral.

El individuo, conocido comúnmente como ‘Toro de los Chusques Colombiano’, es endémico de los Andes colombianos y se puede caracterizar por su “pelo rojizo suave y largo y una cola excepcionalmente larga con una punta blanquecina”. Cruz contó que “a pesar de su gran tamaño y de ser un animal salvaje, me dejó tomar una foto hasta que se acercó a mí y se me subió encima”.
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Debido a la falta de registros de esta especie, los científicos naturales no logran comprender qué tan amenazada puede verse en la actualidad. Sin embargo, dado su afición por alimentarse de bambú, y ya que los bosques de esta planta están siendo altamente talados, consideran que el roedor podría estar en peligro de extinción.