Foto: Fuerzas de Defensa de Israel
El pasado viernes, 15 de diciembre, las Fuerzas de Defensa de Israel aceptaron su responsabilidad en el asesinato de tres rehenes israelíes que habían escapado de la cautividad de Hamás, en Gaza. Irregularidades de este tipo han salpicado al Ejército israelí durante los últimos dos meses.
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Alon Shamriz, Samar Talalka y Yotam Haim fueron los tres ciudadanos de Israel que fueron atacados y asesinados por el Ejército de este país durante un ejercicio de búsquedas y controles en territorio palestino. A los pocos minutos de haber ocurrido el incidente, dentro de estos miembros del Ejército surgieron sospechas sobre la identidad de los fallecidos, lo que llevó a la difusión de esta lamentable noticia.
Aunque las Fuerzas de Defensa confirmaron que el incidente está siendo revisado y se justificó argumentando que los hechos ocurrieron en una zona “de combate activo en la que se han producido enfrentamientos continuos durante los últimos días”, no deja de ser llamativo el hecho de que los soldados dispararon a tres hombres israelíes desarmados.
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“Sobrevivieron al infierno durante 72 días, estaban casi a un paso de la libertad, habían tocado la redención y luego sobrevino el desastre”, lamentó el primer ministro Benjamin Netanyahu al enterarse del acontecimiento. Sin embargo, aseguró que “no cederemos en el esfuerzo militar y diplomático para regresar a casa de manera segura a todos nuestros rehenes”.
Para Netanyahu, la presión militar in situ en territorio de la Franja de Gaza es importante, “tanto para devolver a los rehenes como para lograr la victoria sobre nuestros enemigos. Sin la presión militar, no habríamos logrado crear un esquema que condujera a la liberación de 110 rehenes”, pero tampoco el asesinato de otros tres por sus propios medios.