Foto: UNICEF
Treinta días han pasado desde que Hamás atacó civiles en Israel, asesinando a más de 1.400 personas, ocasionando el comienzo de una nueva guerra sobre Palestina. Lo que comenzó como una respuesta justificada por parte de Israel, apoyada por decenas de naciones aliadas bajo la premisa del derecho a defenderse, ahora se evidencia diferente por organizaciones internacionales.
En un mes, Hamás ha retenido a más de 220 civiles que fueron secuestrados en la frontera de Israel con la Franja de Gaza. Apenas han liberado de forma “humanitaria” a cuatro mujeres, dos estadounidenses y dos israelíes.
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Por otro lado, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) confirman haber dado de baja a, por lo menos, doce cabecillas de Hamás desde el 7 de octubre. Las informaciones sobre la cantidad de integrantes de este grupo terrorista han sido abatidos no son claras, y se estima que no pasan de 200, además de más de dos mil objetivos atacados.
Pero lo que más ha preocupado a la comunidad internacional durante este mes es la vulneración y violación al derecho humanitario internacional al que Israel está sometiendo a cientos de miles de palestinos en Gaza. Según las FDI, sin embargo, el Gobierno israelí ha permitido el ingreso de cientos de camiones con ayuda humanitaria a la Franja.
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Hasta ahora, más de 10 000 personas han sido asesinadas por los ataques aéreos de Israel en territorio gazatí, niños, niñas y mujeres en su mayoría. Más de 4 100 menores de edad han muerto bajo estos bombardeos y más de mil se encuentran desaparecidos bajo los escombros.
Las Naciones Unidas han registrado que más de un tercio de los hospitales de la Franja han cerrado y 39 de ellos han sufrido ataques. Los bombardeos israelíes han destruido más de la mitad de las instalaciones educativas de Gaza y más del 45 % de las viviendas.
Israel, por su parte, ha advertido a sus ciudadanos en el extranjero máxima precaución ante “el aumento de los incidentes antisemitas y violentos contra israelíes y judíos en todo el mundo”.
