Aumentan a $10 millones la recompensa por los 15 prófugos de la estación de Policía de Apartadó

📸 Imagen cortesía Policía
¿Fuga y recompensa: ¿Un laberinto sin salida en Apartadó?

Apartadó, Antioquia, 16 de octubre de 2025. Una noche que parecía como tantas otras en la estación policial de Apartadó se convirtió en un nuevo episodio de incertidumbre para el Urabá antioqueño. Quince de los diecisiete internos que escaparon la madrugada del domingo 13 todavía son prófugos, y las autoridades han decido subir la apuesta: la recompensa para quienes aporten información que conduzca a su recaptura alcanza ya los 10 millones de pesos.

La fuga no fue una simple huida desesperada. A oscuras y con el sigilo de quien planea la libertad, estos detenidos abrieron un boquete de medio metro en la pared de su celda, para luego deslizarse hacia un local comercial contiguo. Se dispersaron en un espacio donde el hacinamiento supera cualquier medida humanitaria: 50 reclusos donde solo caben diez. La presión del encierro, una constante denunciada por organizaciones de derechos humanos, parece haber sido cómplice silenciosa de esta evasión.

Entre los prófugos reposan rostros señalados por delitos que estremecen a la sociedad: feminicidio, hurto agravado y porte ilegal de armas. La complejidad del perfil de estos internos obliga a una acción rápida y eficaz, por eso el coronel Óscar Rico, comandante de la Policía Antioquia, decidió elevar la recompensa económica después de que dos de los fugados —Jhoan Sebastián Naranjo Pérez y Luis Alejandro Jaramillo Salas— se entregaran voluntariamente en las últimas horas.

La pregunta que queda en el aire es tan pesada como el vacío que dejó esta fuga: ¿cómo puede una estación policial diseñada para diez, albergar cinco veces más reclusos sin que se convierta en una bomba de tiempo? ¿Podrán las autoridades revertir esta situación antes que la huida se transforme en una ignominia permanente?

Mientras tanto, la búsqueda continúa. La ciudadanía observa con la mirada crítica de quien sabe que detrás de la ineficacia institucional siempre hay voces y vidas que se pierden en la penumbra. El reloj avanza y, en el Urabá, la esperanza de justicia parece tan frágil como un boquete en una pared. ¿Será esta otra fuga el llamado urgente para que el sistema penintenciario cambie, o simplemente será otro capítulo del abandono que erosiona la confianza pública?

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