📸 Imagen cortesía D.R.A
¿Infancias en riesgo?
Este viernes 31 de octubre de 2025, Medellín contabilizó 3.614 reportes de violencia sexual en lo que va del año, cifra que representa un alarmante aumento del 13 % respecto al mismo periodo de 2024.
Los números son claros, pero lo que esconden es aún más revelador: el 68 % de las víctimas son niñas, niños y adolescentes. Este dato, que se desprende del Sistema de Vigilancia en Salud Pública (Sivigila) y fue presentado en el Quinto Congreso Internacional de Prevención de Violencias “Todos los Protegemos”, revela una realidad dolorosa y persistente. Además, las denuncias hechas por mujeres constituyen el 81 % de los casos, mientras que en un 90 % los agresores son hombres. Y, como si la proximidad destruyera la confianza, en el 40,7 % de los casos los agresores son familiares, y en el 19 %, parejas o exparejas, reafirmando al entorno doméstico como el epicentro de esta tragedia.
La administración distrital, bajo el liderazgo de la primera dama, Margarita María Gómez Marín, apunta a varias causas para este incremento. Por un lado, a la persistencia histórica de la violencia sexual; por otro, a una mayor conciencia social que impulsa a las víctimas a alzar la voz. Estrategias concretas como “Tejiendo Hogares” han capacitado a más de 69.000 personas para prevenir, identificar y atender estas violencias, y han formado a más de 600 profesionales de la salud para ofrecer atención integral. En palabras de Gómez Marín, “hacer visible lo que ha sido oculto durante años es un paso fundamental. Que la gente denuncie significa que entiende que esto no es normal”.
Pero no solo el entorno físico es un campo minado: la exposición temprana de niños y adolescentes a dispositivos electrónicos y redes sociales amplifica los peligros. Expertos insisten en que fortalecer los vínculos familiares y educativos es la clave para resguardar a los más vulnerables en un mundo donde la amenaza puede llegar también a través de una pantalla.
Con estos datos, la pregunta permanece: ¿estamos realmente preparados para proteger a nuestras infancias y desmantelar, de una vez por todas, ese velo de silencio que ha permitido tanto dolor? La voz de las víctimas comienza a emerger, pero queda por delante la tarea de transformar denuncias en acciones contundentes.


