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¿Un río de preguntas sin respuesta?
Este lunes 1 de septiembre de 2025, la Fiscalía General de la Nación confirmó el preliminar resultado de la autopsia de Valeria Afanador, la niña de 10 años con síndrome de Down que desapareció el pasado 12 de agosto y cuyo cuerpo fue hallado 17 días después en el río Frío, en Cajicá, Cundinamarca.
La muerte de Valeria se produjo por ahogamiento, según el informe forense de Medicina Legal, que descartó violencia física o abuso sexual. En su estómago y vías respiratorias se encontraron agua y residuos de pantano, evidencia de que aspiró e ingirió este contenido. El estado avanzado de descomposición, conocido como adipocira, confirma que el cuerpo estuvo en contacto permanente con agua y material biológico en descomposición. Las prendas de vestir aparecieron intactas, sin cortes ni desgarros, lo que refuerza la ausencia de agresión directa.
La última vez que vieron a Valeria fue cerca de una cerca viva, muy próxima al río Frío, cerca del colegio Gimnasio Campestre Los Laureles. Cámaras de seguridad la registraron pocos minutos antes de su desaparición. El cuerpo fue encontrado a solo 346 metros de esa zona, en un lugar que había sido revisado por rescatistas y voluntarios sin éxito. Esto siembra dudas inquietantes: ¿cuándo fue depositada realmente? ¿Por qué el cuerpo apareció tras una búsqueda exhaustiva?
Julián Quintana, abogado y vocero de la familia, valoró el avance en la investigación, pero pidió continuar esclareciendo cómo y por qué Valeria llegó al río. La ausencia de signos de violencia no apaga la zozobra que envuelve el caso, ni las respuestas que la comunidad espera con afán.
Mientras las autoridades profundizan en los hechos y la familia aguarda justicia, el vacío que dejó Valeria es tan profundo como el río en cuyo curso se perdió. ¿Será posible encontrar verdad y consuelo en medio de estas aguas turbias?