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¿Sed de concentración?
Este lunes 27 de julio de 2025, un estudio colombiano volvió a colocar el agua en el centro del debate sobre la salud mental y física.
Entre enero y junio de este año, la Universidad Javeriana de Bogotá, en colaboración con el Ministerio de Salud de Colombia, examinó cómo el simple acto de beber agua influye en el bienestar cerebral de más de 2.000 adultos entre 18 y 55 años de diversas ciudades del país. Lo que encontraron parece, a simple vista, una solución elemental: consumir entre 6 y 8 vasos de agua al día reduce notablemente el dolor de cabeza y mejora la concentración.
El diagnóstico es inquietante. El 68% de los participantes no alcanza la ingesta recomendada, una cifra que se traduce en síntomas cotidianos pero persistentes: migrañas, fatiga mental, cambios de humor y dificultades para mantener la atención. Al incrementar su consumo semanalmente, los sujetos reportaron una caída del 34% en episodios de cefalea y mejoras visibles en memoria y capacidad de concentración.
Para Carolina Rueda, neuróloga y coautora de la investigación, no se trata solo de un equilibrio hídrico, sino de “bienestar cerebral”: “El agua no solo regula la temperatura corporal, también modula el estado de ánimo y la alerta. Observamos que quienes bebían más eran menos irritables y podían realizar tareas cognitivas complejas con mayor facilidad”.
Este hallazgo no es un caso aislado. Estudios internacionales publicados en Nutrients y otros medios especializados han mostrado que la deshidratación afecta negativamente la función cognitiva, provocando dolores de cabeza y disminución de la concentración. Por el contrario, aumentar el consumo hídrico se presenta como una estrategia eficaz para mejorar el rendimiento mental y evitar la fatiga. El Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos de Estados Unidos incluso incluye la ingesta regular de líquidos dentro de sus recomendaciones preventivas.
A pesar de la aparente simplicidad del mensaje, el vacío en torno a la hidratación adecuada revela un problema más profundo: la desconexión entre hábitos cotidianos y salud cerebral. ¿Será suficiente beber más agua para aliviar dolores y despertar la mente en un mundo saturado de distracciones? La respuesta, aunque líquida, invita a una reflexión que trasciende la gota diaria.