📸 Cortesía: Saffron Blaze – Own work, CC BY-SA 3.0 / Wikipedia
Bibury, el susurro de piedra que cautiva al mundo
Un pequeño pueblo, apenas 600 almas, custodiado por el tiempo y la piedra.
Este 24 de agosto de 2025, Bibury, enclavado en los Cotswolds del condado de Gloucestershire, fue coronado por la prestigiosa revista Forbes como una de las “joyas de cuento” del planeta, integrando su selecta lista de “Los 50 pueblos más bellos del mundo”. Este título no es mera casualidad; este rincón inglés se distingue por su arquitectura del siglo XIV, donde la piedra habla de siglos y secretos, y sus paisajes que parecen arrancados de fábulas ancestrales.
El alma de Bibury late en Arlington Row, esa hilera de casas de piedra que nacieron en 1380 como almacenes de lana y que, en el siglo XVII, se transformaron en hogares para tejedores. Forbes y la agencia Unforgettable Travel Company señalan este conjunto como “el lugar más fotografiado del Reino Unido”. No es solo un cuadro vivo, sino un plató natural que ha dado vida a filmes como Stardust y El diario de Bridget Jones. Tanto es su eco que Arlington Row incluso adorna los billetes de £20, símbolo palpable de su importancia cultural y patrimonio nacional.
Sin embargo, la fama trae consigo una doble faz. El reconocimiento global ha convertido a Bibury en un imán turístico que, según registros recientes, atrae hasta 20.000 visitantes los fines de semana en temporada alta. Un flujo que, lejos de solo engrosar las arcas locales, dificulta la cotidianidad de sus residentes. Craig Chapman, presidente del Consejo Parroquial, expresó a la BBC la preocupación que siente la comunidad: “La cantidad de turismo que atrae el pueblo es problemática y tiene un costo para los locales”. El equilibrio entre preservar la esencia y abrir sus puertas al mundo se vuelve una danza delicada y urgente.
Bibury no es solamente un museo al aire libre. Es una comunidad que respira historia, arte y vida. Sus calles y casas cuentan historias que van más allá de la fotografía y el turismo, revelando la compleja tensión entre un porvenir turístico prometedor y el deseo de conservar su alma intacta.
¿Podrá esta joya inglesa mantener su brillo sin perder la serenidad que la hizo inolvidable? Esa es la pregunta que, como el eco entre sus muros de piedra, seguirá resonando en los años venideros.


