📸 Imagen cortesía Gobernación de Antioquia
¿Quién cuida a Bizcocho después del horror?
Un silencio gris, roto solo por sus leves gemidos, llena la clínica veterinaria de la Universidad Remington, en Santa Elena, Medellín. Allí, a finales de 2025, Bizcocho, un perro marcado por la violencia, comienza su lenta y frágil recuperación tras un caso de maltrato que estremeció a todo el país.
La brutal imagen de Bizcocho apareció en redes sociales: un video que capturaba el momento del abuso, provocando un rechazo inmediato y una oleada de indignación social. Desde entonces, el animal fue internado en el único centro en Colombia con capacidad para realizar peritajes forenses veterinarios: una esperanza técnica y judicial en medio de la tormenta.
El gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, no tardó en visitar el lugar el 12 de noviembre. Durante su recorrido, resaltó el progreso del can, aunque no ocultó las heridas profundas que aún persisten. “Bizcocho está en franca recuperación, pero todavía sufre secuelas neurológicas y un comportamiento alterado por el trauma”, explicó. Un detalle que revela más que una simple herida física: el animal tiembla al oír voces masculinas y sólo encuentra calma en los tonos femeninos. ¿Qué nos dice esto sobre la profundidad del daño?
Mientras tanto, la Fiscalía General de la Nación avanza con el proceso judicial contra el presunto agresor, quien se entregó voluntariamente. Basándose en el peritaje técnico realizado en la clínica, las autoridades buscan sentar un precedente contundente. “Esperamos que este caso no quede en la impunidad”, advirtió Rendón, enfatizando la urgencia de un castigo ejemplar para quien lastima sin piedad.
La comunidad observa atentamente. ¿Cuándo podrá Bizcocho olvidar su pasado? ¿Cuándo verá más allá del miedo? Los especialistas fijan una condición vital: la recuperación debe ser completa y autorizada para que el animal pueda, finalmente, encontrar un hogar donde la palabra maltrato sea solo un recuerdo lejano.
Así, mientras el eco de la justicia retumba en los pasillos judiciales, Bizcocho lucha en la clínica por reconstruir, ladrido a ladrido, un futuro que muchos esperan sea menos doloroso y más justo. ¿Podrá esta historia ser un punto de inflexión para el respeto hacia los seres que, sin voz, confían en nosotros? La respuesta aún está por escribirse.


