Caída global de Amazon Web Services afecta aplicaciones y servicios en todo el mundo

📸 Cortesía: REUTERS/Benoit Tessier/File Photo
¿La nube que no llueve?

Este lunes 20 de octubre de 2025, en plena tarde colombiana, el titán tecnológico Amazon Web Services (AWS) sufrió una interrupción global que dejó a millones de usuarios y empresas al borde de la incertidumbre.

Desde las 2:00 p.m., una falla en la conectividad de sus centros de datos principales empezó a fragilizar la infraestructura de la plataforma líder mundial en computación en la nube. El impacto no tardó en expandirse: bancos, plataformas de comercio electrónico, aplicaciones móviles y medios digitales de diversos países vieron interrumpidos sus servicios o enfrentaron demoras y errores generalizados. AWS, el corazón invisible de cientos de servicios digitales, parecía detener su latido de repente.

El gigante del cloud aún no ha revelado las causas específicas de la avería. Sin embargo, los primeros indicios apuntan a un incidente originado en la estructura central de sus sistemas, que en cuestión de minutos se propagó a múltiples regiones, provocando un efecto dominó que erosionó la estabilidad de innumerables servicios dependientes. La falta de respuestas claras añade una dimensión inquietante a esta crisis tecnológica global.

Frente al apagón digital, Amazon expresó, a través de sus canales oficiales, un compromiso urgente: “nuestros equipos técnicos trabajan intensamente para restablecer los sistemas y asegurar la estabilidad en las próximas horas”. Mientras tanto, bancos, empresas de logística, plataformas educativas y servicios de comunicación enfrentan las consecuencias, emitiendo alertas a sus clientes y buscando alternativas para mitigar el impacto.

La interrupción global de AWS pone en evidencia la fragilidad de un ecosistema digital hiperdependiente. ¿Cuán preparados están nuestros sistemas para afrontar estas caídas? La ciudadanía y las empresas esperan no solo la pronta restauración, sino también respuestas que permitan esclarecer las causas y evitar que la nube que hoy nos ampara se convierta en una sombra densa e imprevista. ¿Podrá la infraestructura digital resistir futuras tormentas invisibles?

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