📸 Imagen cortesía Ejército
¿Y ahora, quién manda?
Este martes 19 de agosto, en La Estrella, Antioquia, las redes del poder ilegal se resquebrajaron con la captura de alias Sara Restrepo, presunta cabecilla de la subestructura 18 del Grupo Armado Organizado Residual (GAO-r).
La detención fue producto de una operación sincronizada entre el Gaula Militar Valle de Aburrá, la Cuarta Brigada del Ejército y la Fiscalía General de la Nación, quienes aprovecharon la colaboración de antiguos hombres de las mismas estructuras subversivas —las subestructuras 18 y 36— para desenredar el entramado criminal que por casi una década tejió Sara. Requerida por concierto para delinquir agravado, su rol trascendía la simple condición de jefa: ella era la sombra que movía las piezas en la confrontación violenta con el Clan del Golfo en Ituango y la mente maestra detrás de las extorsiones al corredor vial estratégico El Aro–Puerto Valdivia, zona que recientemente sufrió amenazas con explosivos para castigar a la población civil.
Según el coronel Luis Fernando Barba Saldaña, responsable de la Cuarta Brigada, alias Sara no solo planeaba y dirigía las operaciones de inteligencia y extorsión, sino que su captura representa un revés significativo para la estructura armada de la subestructura 18.
Curiosamente, este no es su primer encuentro con la justicia: en julio de 2024 fue aprehendida mientras se desplazaba en una caravana de la Unidad Nacional de Protección en Santo Domingo, Antioquia, aunque aquella vez quedó en libertad, permitiéndole continuar su influjo criminal hasta este operativo decisivo.
Detrás de la inmovilización de esta mujer, señalada además de ser compañera sentimental de alias Ramiro, se esconde un golpe al entramado coercitivo que ha erosionado la tranquilidad en la región. Pero la pregunta que queda flotando es inquietante: ¿podrá esta captura alterar de verdad la violencia que parece incrustada en el sur de Antioquia, o solo será un episodio más en un conflicto sin fin?
