Carbón de Colombia se “usa para hacer bombas que matan niños en Gaza” Petro

📸 Imagen cortesía: Andrea Puentes – Joel González/ Presidencia de la República
¿Carbón con precio de sangre?

Este miércoles 16 de julio de 2025, en medio del llamado Grupo de La Haya y crecientes tensiones internacionales por la ofensiva israelí en Gaza, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, volvió a ratificar una medida que golpea lejos de las urnas: la prohibición definitiva de exportar carbón al Estado de Israel.

La decisión, amparada en el Decreto 1047 firmado en agosto de 2024 y respaldada por los ministros de Relaciones Exteriores, Hacienda, Minas y Comercio, mantiene paralizada la salida de ese mineral estratégico mientras dure el conflicto. Colombia, según cifras oficiales, hasta ahora proveía hasta el 60% del carbón que alimenta tanto las redes eléctricas israelíes como su industria bélica. “El carbón colombiano sirve para fabricar bombas que asesinan niños en Gaza”, sentenció Petro en su cuenta oficial, recordando la trágica dimensión humana detrás de un recurso que rara vez se asocia al sufrimiento.

Sin embargo, la aplicación de esta prohibición no ha sido sencilla ni sin polémica. El mandatario lanzó duras acusaciones contra las multinacionales mineras Glencore y Drummond, señalándolas de desafiar la directriz presidencial y mantenerse “comprometidas con la muerte de sindicalistas en Cesar”. Más aún, denunció que funcionarios dentro del propio Estado colombiano han obstaculizado el embargo, permitiendo que cargamentos sigilosos partan hacia Israel pese a la prohibición vigente.

Esta postura no solo es un gesto aislado; se inscribe dentro de un escenario global donde Colombia se alinea con países y organismos multilaterales que presionan por el cese inmediato de hostilidades y promueven sanciones con la intención de cortar el acceso a materiales estratégicos que alimentan la guerra. En la capital colombiana, justo cuando se cerraba la reciente reunión del Grupo de La Haya, se redobló la apuesta diplomática para contener el drama humano que se desata en Gaza.

¿Será esta una señal de que la justicia y la moral pueden llegar a influir en las decisiones económicas de alcance global? Mientras la prohibición persiste, el carbón colombiano ya no será solo un producto de exportación, sino un recordatorio de la responsabilidad detrás de cada kilómetro recorrido por un cargamento que, antes, alimentaba más que centrales eléctricas: una maquinaria de muerte.

¿Podrá esta medida detener la cuenta regresiva del sufrimiento o es apenas un gesto entre sombras y presiones invisibles? La humanidad, por ahora, aguarda respuestas.

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