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### Voces silenciadas: tras las rejas de una red de abuso infantil en Santander
Un velo oscuro cubre el municipio de El Socorro, Santander, donde la justicia colombiana rompió el silencio al capturar a tres integrantes de una red dedicada a la explotación sexual infantil. Este lunes, dos hombres y una mujer fueron enviados a un centro carcelario bajo medida de aseguramiento, señalados por cargos que estremecen: pornografía infantil, proxenetismo con menores y acceso carnal con menores de 14 años.
La Fiscalía General de la Nación trazó la oscura trama tras una exhaustiva investigación. Al frente, una mujer —prima de una niña de apenas 12 años— que presidía la organización criminal autodenominada «Los del Hato». La relación familiar no solo facilitó el acceso a la menor, quien fue víctima de explotación sexual en al menos cinco ocasiones solo en abril, sino que también reveló la brutal cercanía del horror al seno mismo de la familia.
Los detenidos —con los alias Cristian, Darwin y Jessica— funcionaban como coordinadores que intermediaban encuentros entre menores de 12 años y adultos dispuestos a pagar unos 100.000 pesos por cada acto. El coronel Néstor Rodrigo Arévalo Montenegro, comandante del Departamento de Policía de Santander, detalló que las víctimas eran «instrumentalizadas con fines económicos», mientras que los actos eran registrados en videos para su distribución, perpetuando así el abuso.
Un componente digital sofisticado sustentaba la red. WhatsApp, Facebook e Instagram se convirtieron en las vitrinas macabras para la divulgación de imágenes, videos y audios de menores vulnerados. En un operativo que recorrió la zona urbana de El Socorro, la Policía incautó tres teléfonos celulares y una computadora portátil, perímetro clave para desentrañar el caso y avanzar en la justicia.
Frente a este abismo social y moral, la fuerza pública ha encontrado en la protección de las víctimas no solo una prioridad, sino una urgencia que desafía la impunidad y la resignación. ¿Cómo avanzar cuando la confianza en el entorno más cercano se ha convertido en una herida abierta? La pregunta queda suspendida en el aire, mientras Santander enfrenta el reto de sanar y reparar a quienes el horror tocó de cerca.
¿Podrá la justicia romper el círculo que ha silenciado a tantas voces inocentes? La respuesta aún es incierta, pero la movilización de las autoridades y la sociedad civil es una llama que se mantiene encendida, contra el olvido y la indiferencia.