📸 UNGRD / Colprensa
¿Traición Verde?
El trazo de la política a veces se contagia de sombras. Este viernes 30 de mayo de 2025, en medio de un clima de creciente desconfianza, Carlos Ramón González, fundador y figura emblemática de la **Alianza Verde**, decidió dar un paso atrás y renunciar a la colectividad que ayudó a construir. El motivo: una imputación formal de la Fiscalía que lo vincula a un entramado de corrupción en la **Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD)**.
González, quien fuera director del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre), enfrenta graves cargos desde hace pocas semanas. La Fiscalía lo acusa de **cohecho por dar u ofrecer**, **lavado de activos** y **peculado por apropiación en favor de terceros**; delitos que supuestamente se cometieron mientras manipulaba recursos públicos para garantizar apoyos políticos. El pasado 21 de mayo, durante la audiencia de imputación, negó todas las acusaciones calificándolas de “calumnias sin fundamento”, en un intento por despegarse del escándalo.
El caso, sin embargo, no es un hecho aislado. Según las investigaciones, González habría actuado en tándem con Olmedo López, quien dirigía entonces la UNGRD, para **entregar sobornos a líderes del Congreso**, incluyendo a Iván Name y Andrés Calle. Durante septiembre de 2023, se habría solicitado modificar las sumas ofrecidas, llegando a cifras multimillonarias en efectivo. La Fiscalía lo denomina con crudeza “el cerebro del desvío multimillonario de recursos”, una acusación que empaña la imagen del partido y abre una crisis profunda dentro de la Alianza Verde.
La renuncia no ha pasado desapercibida. Su abogado, el penalista Iván Cancino, explicó que González busca con esta decisión “disipar cualquier duda sobre su vínculo con la colectividad”, intentando así proteger el nombre del partido frente a la opinión pública y las bases políticas. Pero el daño ya parece estar hecho, y la pregunta que queda flotando en el aire es si esta maniobra alcanzará para frenar la erosión de confianza en una organización que se jactaba de un discurso ético y ambientalista.
Este pulso entre política y justicia se abre con más interrogantes que certezas: ¿podrá la Alianza Verde sobreponerse a esta crisis? ¿Se esclarecerán por completo las redes de corrupción que habrían tejido en torno a la UNGRD? Y mientras tanto, ¿qué respuestas dará el sistema judicial para que la ciudadanía crea en la transparencia y no en la impunidad? El telón aún no cae, pero la escena muestra un vacío significativo en la política colombiana.