📸 Imagen cortesía: Captura de pantalla. Conferencia de prensa Casa Blanca
¿Carta que vuela o que se pierde?
Este lunes 7 de julio, una carta enviada por el presidente de Colombia, Gustavo Petro, a su homólogo estadounidense, Donald Trump, se convirtió en un símbolo más de la incertidumbre que marca la relación bilateral.
La misiva, fechada el 23 de junio de 2025 y conocida gracias a medios colombianos, aparece en un momento tenso: semanas de intercambios ásperos entre ambos líderes tras acusaciones colombianas sobre una posible injerencia estadounidense en un supuesto intento de golpe de Estado en Colombia. Petro quiso apagar ese fuego. En sus palabras, “no tenía la intención de señalar a nadie de manera personal ni cuestionar sin fundamentos el papel de los Estados Unidos”. Propuso, en cambio, superar malentendidos y convocar una cumbre entre EE. UU. y los países de la CELAC, buscando un gesto de reconciliación y cooperación regional.

Este episodio no es casualidad, sino parte de una escalada inédita en más de 200 años de relaciones diplomáticas: llamados recíprocos a consultas de embajadores y roces visibles en diversos frentes. Pero Petro insistió en que su carta era un puente, “abrir caminos para una conversación honesta y respetuosa entre nuestros países”, un intento de evitar que la fractura se agrandase.
Sin embargo, el gesto se desvanece en la niebla de la duda. Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, aclaró que no está segura de si Trump siquiera ha leído la carta. “Puedo verificarlo con él en el Consejo de Seguridad Nacional”, declaró, dejando en el aire el destino real de esta comunicación diplomática.
¿Qué significa esta incertidumbre? Que, mientras los vínculos oficiales se tensan, quizá la mayor distancia está en la voluntad de escuchar. La comunicación entre gobiernos parece frágil, sometida no sólo a los mensajes que se envían, sino a quién realmente decide abrir la puerta para responder. En este encuentro pendiente, ¿habrá lugar para la comprensión o simplemente para el eco de palabras que no llegan? La diplomacia queda en suspenso, y con ella, la esperanza de una tregua.