📸 Imagen cortesía. Freepik – Redes Sociales
Catatumbo en vilo: secuestro de docente y el alza del 50% en este delito en 2025
Este miércoles 1 de octubre, Convención, Norte de Santander, despertó con una noticia que hiela la sangre: la maestra Yuleima Jimena Duarte Pérez fue secuestrada camino a la Escuela La Esperanza, donde imparte clases. Un hecho que no solo rompe la tranquilidad aparente, sino que expone un alarmante repunte del 50% en secuestros en la región del Catatumbo durante 2025.
Eran las horas de la mañana cuando tres hombres armados detuvieron el paso de Yuleima. La confrontaron, la obligaron a seguirlos, y se la llevaron hacia un destino que permanece en las sombras. Lo que llama la atención, y siembra inquietud, es que este acto ocurrió a escasos metros de un puesto de control policial. ¿Cómo pudieron evadir el ojo vigilantemente desplegado? Un vacío que habla de la audacia y el control que ejercen estos grupos armados.
El comandante del Segundo Distrito de la Policía, teniente coronel César Sánchez, confirmó el secuestro y reconoció que aún no se ha logrado identificar al grupo responsable. Un dato que se vuelve más grave si se considera que la víctima es esposa de un funcionario de la administración municipal de Convención, lo que podría agregar otro matiz a su capciosa historia.
El trasfondo, sin embargo, va mucho más allá. El Catatumbo es un territorio marcado por la presencia persistente del ELN y las disidencias de las Farc, cuyas disputas cruentas se han cobrado la vida de más de 300 combatientes en apenas ocho meses, generado el desplazamiento de más de 93.000 personas y la muerte de 20 miembros de la fuerza pública. En este tablero de violencia, el secuestro y la extorsión se han convertido en un oscuro signo de poder y miedo.
Leonardo Sánchez, presidente de la Asociación de Institutores de Norte de Santander (Asinort), subraya que estos delitos no solo quebrantan la seguridad ciudadana, sino que erosionan el tejido social y la esperanza de quienes —como Yuleima— se atreven a educar en medio del conflicto.
Este secuestro no es un hecho aislado; es un espejo que refleja una realidad brutal. La ciudadanía, las autoridades y la comunidad educativa esperan no solo la liberación pronta de la docente, sino que también se esclarezca cómo es posible que la violencia crezca mientras las estructuras del Estado parecen cada vez más desafiadas.
¿Podrá la justicia y la fuerza pública frenar esta maraña de sombras que acecha el futuro de Catatumbo? Por ahora, el dolor y la incertidumbre permanecen, como una neblina que no cede en las mañanas del convulsionado norte colombiano.