📸 Imagen cortesía Área Metropolitana del Valle de Aburrá
[¿Serpientes en la ciudad: visitantes o víctimas?]
En el bullicio cotidiano del Valle de Aburrá emerge un drama silente. Entre 2024 y 2025, rescataron 265 serpientes; la mayoría, prisioneras de un mercado clandestino que desangra la fauna local.
El Centro de Atención, Valoración y Rehabilitación de Fauna Silvestre (CAVR), guardianes de estos silenciosos habitantes, alzó la voz al constatar que la Boa constrictor es la especie más golpeada, con 140 ejemplares intervenidos. Este dato no solo revela una cifra, sino el rostro de una presión creciente sobre la biodiversidad regional, erosionada por la tenencia ilegal y el tráfico de estos reptiles.
¿Dónde acontece este fenómeno? En el Valle de Aburrá — Medellín y sus municipios vecinos — la presencia de serpientes ha escalado tanto en zonas urbanas como rurales. El avance imparable de la urbanización y la fragmentación del hábitat natural han empujado a estos animales hacia espacios humanos, desatando temores alimentados por mitos y desconocimiento.
El 16 de julio, Día Mundial de la Serpiente, sirvió para emitir un llamado urgente: “Conocemos más de 30 especies en la región. La mayoría no son venenosas y muchas, como la Matabuey o ciertas falsas corales, cumplen un papel vital al controlar otras serpientes”, destacó Andrés Gómez Higuita, supervisor del CAVR. En sus palabras resuena una invitación a la comprensión y al respeto, acompañada de una línea de ayuda para quienes hallen serpientes heridas.
Las campañas educativas puestas en marcha buscan romper el círculo vicioso del miedo y la desinformación. Más que proteger a un simple reptil, se trata de preservar un equilibrio ecológico frágil y, quizás, volver a convivir con una naturaleza que parece cada vez más desplazada. En un Valle de Aburrá que crece, la pregunta persiste: ¿serán las serpientes visitantes incómodos, víctimas silenciosas, o un espejo de nuestra relación rota con el entorno?
