La antigua tumba del primer emperador de China, Qin Shi Huang, sigue siendo un enigma para los arqueólogos en el distrito de Lintong, Xi’an (Shaanxi), con sus 2,200 años de antigüedad.
Aunque se han explorado diversas áreas de la necrópolis, la tumba en sí permanece cerrada, puesto que los expertos temen la presencia de trampas mortales, como ballestas y ríos de mercurio, según antiguos relatos.
Dada la posibilidad de dañar irreparablemente la tumba y perder información histórica invaluable, se ha decidido mantenerla cerrada hasta que se puedan tomar medidas adecuadas para abordar los desafíos arqueológicos y preservar su historia.