Cierre total en la vía Bucaramanga–Oiba–Bogotá por pérdida de banca genera emergencia en Santander

📸 Cortesía: D.R.A.
¿Camino quebrado, puentes caídos?

Este viernes 31 de octubre de 2025, a la madrugada, la ruta nacional Bucaramanga–Oiba–Bogotá amaneció cerrada, atrapada en el silencio tenso de un derrumbe devastador.

La tragedia vial ocurrió cerca del kilómetro 70+050, en La Charca, Oiba, cuando las lluvias intensas y el desbordamiento de ríos socavaron la carretera hasta hacerla desmoronarse por completo. Ambas calzadas cedieron, dejando la vía hueca, un lastre de grietas profundas donde antes rodaban carros y buses, que ahora quedaron estancados, condenados sin paso en ninguna dirección. Miles de viajeros, entre ellos abuelos y niños, se vieron obligados a caminar hasta diez kilómetros, desafiando la oscuridad y el frío para salvar la zona impactada y seguir su camino. Las imágenes de esta odisea circularon por redes, un testimonio directo del drama viviente que enfrenta este corredor vital.

Jessica Mendoza, secretaria de Infraestructura de Santander, no oculta la gravedad: “La carretera no está habilitada en estos momentos, la socavación es total; no hay forma de restablecer el tránsito mientras se evalúan daños y se proyecta la recuperación”. En la escena, técnicos del Invías, junto con la Policía de Tránsito y equipos de gestión del riesgo, operan maquinaria pesada en un intento por controlar la emergencia y resguardar la seguridad, aunque ninguna fecha se vislumbra para la reapertura.

Este incidente no solo detiene vehículos, sino que vuelve a poner sobre la mesa la vulnerabilidad de las infraestructuras ante fenómenos naturales, la fragilidad de las conexiones que mantienen vivos los territorios. En pleno inicio del puente festivo de Todos los Santos, la incomunicación se extiende, la ansiedad crece y surge la pregunta: ¿cómo y cuándo podrá la ruta recuperar su pulso?

Mientras el asfalto descansa partido y la naturaleza reclama su espacio, la ciudadanía aguarda respuestas que alivien no sólo el caos vial, sino el vacío que deja esta ruptura en la vida de quienes dependen día a día de este camino. ¿Será posible reconstruir más allá del pavimento, fortaleciendo la resiliencia que tanto se necesita?

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