Colapso en la vía al Llano: más de $6.300 millones en pérdidas diarias para transportadores

📸 Cortesía: X @CoviandinaSAS
[UN NUEVO COLAPSO EN EL CORAZÓN DE COLOMBIA]

Una herida que no cierra.

En la madrugada del jueves 10 de julio de 2025, la arteria que une el centro del país con los Llanos Orientales volvió a quedar paralizada. La vía al Llano, crucial para la movilidad y la economía regional, sufrió un nuevo colapso tras intensas lluvias que desataron deslizamientos y otros desastres naturales. Por más de 16 horas, el corredor permaneció cerrado, sumiendo en incertidumbre a miles de transportadores y a toda una región.

Las consecuencias no tardaron en hacerse visibles. Al menos 18 puntos críticos, entre el kilómetro 36+900 y el 38 de la carretera Bogotá–Villavicencio, colapsaron bajo el peso de la naturaleza: árboles caídos, flujos de lodo y deslizamientos dejaban intransitable uno de los corredores más vitales de Colombia. La concesionaria Coviandina no tuvo más remedio que ordenar el cierre total para garantizar la seguridad vial y evitar tragedias mayores. Solo tras arduos trabajos de limpieza y estabilización, el tránsito se reanudó de forma parcial, aunque la amenaza de nuevos incidentes persiste ante las condiciones meteorológicas adversas.

El golpe para la economía y la logística es severo. Arnulfo Cuervo, presidente de Fedetranscarga, puso números a la tragedia cotidiana: «La hora de cierre total representa una pérdida cercana a 624 millones de pesos. En un día, el sector transportador pierde más de 6.300 millones». Estas cifras reflejan la irreparable paralización de un flujo que alimenta, además, la vida de millones. De los aproximadamente 4.000 vehículos de carga que transitan cada día por la vía al Llano, la mitad se ve forzada a detenerse, con el consiguiente retraso en la entrega de alimentos, combustibles, insumos agrícolas y materiales de construcción. Los productos perecederos, especialmente vulnerables, corren riesgos de deterioro mientras contratos se incumplen y la operación logística se vuelve imprevisible.

Este nuevo colapso no solo expone la fragilidad de una infraestructura clave, sino también la dependencia exacerbada de un corredor que, ante la recurrencia de fenómenos climáticos extremos, parece incapaz de garantizar continuidad y seguridad. La ciudadanía y los transportadores esperan que las autoridades y concesionarias no solo atiendan emergencias, sino que avancen en soluciones estructurales que mitiguen la vulnerabilidad y garanticen el desarrollo sostenido de toda una región. Mientras tanto, la vía al Llano sigue siendo un hilo delgado y frágil entre el progreso y el aislamiento.

¿Podrá el centro y los Llanos Orientales encontrar un camino sólido entre derrumbes y pérdidas? La respuesta sigue pendiente, mientras la lluvia y la incertidumbre acechan.

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