Colombia contempla propuesta fiscal por 26 billones para el presupuesto del 2026

📸 Cortesía: Canva Pro
¿Reforma fiscal o nuevo laberinto?

Un presupuesto que crece mientras la economía tambalea.

Bogotá, 16 de julio. El Gobierno colombiano se encuentra en las arduas tareas de diseñar una reforma fiscal que, según las últimas filtraciones, busca recaudar 26 billones de pesos para alimentar las arcas del Estado en 2026. Este abanico de medidas, aún en proceso de redacción, apunta a aumentar impuestos y aplicar nuevas cargas tributarias, en un intento urgente por cerrar una brecha fiscal que se ensancha alarmantemente en medio de la caída de ingresos y el mensaje crítico de agencias como S&P y Moody’s, que han rebajado la calificación crediticia del país.

El rostro visible de este proyecto es el ministro de Hacienda, Germán Ávila, quien el martes 15 de julio presentó ante el Consejo de Ministros un presupuesto histórico: 551,6 billones de pesos para 2026, un salto del 7,9% respecto al año anterior. Pero ese número solo habla de planes y aspiraciones; su concreción depende de que el Congreso apruebe la reforma tributaria y acompañamientos financieros aún por definirse. La propuesta, que debía egresar en julio, enfrenta aún ajustes, aunque el Ejecutivo insiste en presentarla antes de que el calendario cierre este mes.

¿La razón de este ajuste? Un déficit fiscal que pesa como una losa sobre el futuro económico del país: proyectado en 7,1% del PIB para 2025 y aún resistente con un 6,2% en 2026. Un rojo que obligó a suspender la regla fiscal y que ha encendido las alarmas sobre la viabilidad a mediano plazo de las finanzas públicas. German Machado, analista en finanzas públicas, sentenció en una entrevista que “el gobierno está pensando en gastar más de lo que había anunciado en abril y más de lo que había anunciado en junio”, un signo de la fragilidad y la improvisación que atraviesan las decisiones fiscales.

En el menú del Gobierno están sobre la mesa cambios sustanciales: modificaciones al IVA, la instauración permanente de tributos a los juegos de suerte y azar, además de nuevos impuestos especiales al carbón y al petróleo. Estas medidas no solo buscarán dinero fresco sino también responder a demandas de sostenibilidad y equilibrio fiscal que, hasta ahora, parecen esquivar la equidad y poner en jaque la confianza ciudadana.

Mientras tanto, entre discusiones, ajustes y espera, la reforma fiscal se convierte en un reflejo más de una Colombia que debate sobre su modelo económico y social. ¿Podrán estas medidas solventar los viejos males fiscales sin generar nuevas heridas en la ya fracturada economía doméstica? La respuesta, pendiente, moldeará el camino del país en los años venideros.

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