Colombia debe medio país: deuda externa llega al 49% del PIB

📸 Imagen cortesía: Banco de la República
[La deuda que pesa: Colombia en la encrucijada financiera]

Este martes 9 de septiembre de 2025, una cifra inquietante volvió a encender las alarmas económicas en Colombia: la deuda externa alcanzó los 207.036 millones de dólares, según el Banco de la República.

Al cierre de junio de este año, esta cifra representa casi la mitad del Producto Interno Bruto nacional, exactamente un 49%. Se trata de un aumento del 2,7% frente a diciembre de 2024, que agrava una carga financiera ya considerable en medio de un entorno global marcado por altas tasas de interés y volatilidad cambiaria. El peso de esta deuda es palpable para el bolsillo colectivo y condiciona las decisiones económicas del país.

Detrás de este número está una composición reveladora: el 56% corresponde a deuda pública, compromisos asumidos por el Estado colombiano y sus entidades, mientras que el 44% proviene de deuda privada contraída por empresas y corporaciones con acreedores internacionales. Esta dualidad refleja el tejido complejo entre los sectores que sustentan la economía nacional.

El Banco de la República detalla que la mayor parte de esta deuda —el 84%— es a largo plazo, un signo claro de que los compromisos financieros no son fugaces sino que condicionan el futuro fiscal del país. Solo un 16% corresponde a créditos a corto plazo. Los instrumentos predominantes siguen siendo los préstamos y las emisiones de bonos, empleados tanto para cubrir necesidades fiscales como para financiar planes de inversión públicos y privados, además de liquidar obligaciones previas.

Comparado con junio de 2024, cuando la deuda externa se situaba en cerca de 196.248 millones de dólares, el aumento es notable. No obstante, esta cifra todavía se mantiene por debajo del pico del 53% del PIB registrado a finales de 2023. Sin embargo, el regreso a la cota del 49% abre un debate crucial sobre la sostenibilidad del modelo financiero colombiano y su capacidad real para afrontar estos compromisos sin poner en riesgo el desarrollo y bienestar social.

El ministro de Hacienda, Germán Ávila, intentó poner paños fríos al señalar que el nivel de endeudamiento actual «se encuentra dentro de los rangos establecidos», en referencia a parámetros considerados manejables. Pero la pregunta que subyace es si esos rangos son suficientemente amplios para soportar los vaivenes del mercado internacional y las futuras exigencias fiscales.

Más allá de números y balances, lo que permanece en segundo plano es el rostro humano de esta historia: cómo esta deuda condiciona las políticas públicas, el gasto social, las oportunidades de inversión y, en definitiva, la vida cotidiana de millones de colombianos. En un mundo cada vez más incierto, ¿cuánto tiempo podrá resistir Colombia esta carga sin sacrificar su futuro? La respuesta quizá aún esté por escribirse, pero la cuenta no espera.

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