📸 Cortesía: Agencia de Desarrollo Rural
**Colombia y Cuba tejen un lazo de arroz y esperanza**
Este miércoles 9 de julio de 2025, desde el corazón agrícola del Tolima, se selló un convenio que va más allá del comercio: es un impulso directo a la economía campesina y una apuesta por la soberanía alimentaria colombiana.
Colombia acordó exportar a Cuba 1.404 toneladas anuales de arroz blanco cultivado por casi cinco mil pequeños campesinos tolimenses. Un volumen nada menor, valorado en más de 5.984 millones de pesos colombianos, que representa más que un negocio: es un puente directo entre productores y mercados internacionales, libre de intermediarios.
Este acuerdo fue gestado tras semanas de trabajo conjunto entre la Corporación para el Desarrollo Agropecuario de los Distritos de Riego del Tolima (CoagroDistritos), la Federación Baluarte Gran Sabana y el respaldo firme de la Agencia de Desarrollo Rural (ADR) y el Gobierno Nacional. En palabras de César Pachón Achury, presidente de la ADR, “este modelo de compras públicas directo a los productores cumple con la visión del presidente Petro: eliminar intermediarios, asegurar precios justos, y abrir paso a la exportación.”
Pero la alianza no solo mira hacia afuera. La misma iniciativa contempla la venta de 240 toneladas adicionales que se destinarán a programas sociales en Colombia, beneficiando a instituciones como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) y el Departamento de Prosperidad Social (DPS). A través de esta distribución semanal, se fortalece la presencia del arroz nacional en el territorio y se sostiene el derecho fundamental a la alimentación.
Detrás de este acuerdo, resuena la voz de miles de campesinos cuyo trabajo tradicional se convierte, ahora, en la columna vertebral de un modelo comercial que busca dignificar y no dispersar. La pregunta que queda abierta es si esta fórmula, que apuesta a la contratación directa y el fortalecimiento local, podrá ser replicada en otros sectores para transformar realmente las cadenas agroalimentarias del país.
Por ahora, el arroz del Tolima tiene un destino marcado: cruzar fronteras sin intermediarios, llevando con él la esperanza de un campo colombiano que abre un nuevo capítulo en su historia. ¿Será este el preludio de un cambio estructural en la relación entre el campo y el mercado? Las semillas están sembradas, y el país observa atento.