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¿La fiebre del Mundial ya está en marcha?
Este miércoles 16 de julio de 2025, la FIFA anunció el puntapié inicial para la compra de entradas del Mundial 2026, un torneo que marcará un hito histórico al disputarse en tres países: Canadá, México y Estados Unidos. La primera etapa para asegurar un boleto comienza oficialmente el próximo 10 de septiembre, convocando a millones de fanáticos alrededor del mundo a inscribirse y cruzar los dedos en una suerte que, más que habilidad deportiva, se define por azar.
La FIFA abrió las puertas virtuales a un mar de seguidores con un requisito indispensable: crear un FIFA ID en su portal oficial FIFA.com/tickets. Sólo quienes completen este trámite podrán participar en un sorteo aleatorio que asignará las codiciadas entradas. Desde los accesibles 50 dólares para los asientos más modestos, hasta los precios que escalan hasta más de 1.600 dólares para las localidades premium, la oferta revela un abanico económico amplio, pero restrictivo para muchos.

Gianni Infantino, presidente de la FIFA, apuntó en su comunicado a la dimensión global del evento y la importancia de dar oportunidades equitativas: “Animamos a los aficionados de todos los rincones del planeta a que se preparen para asegurarse una de las localidades más codiciadas del mundo del deporte”. Sin embargo, queda en el aire la inevitable pregunta: ¿cómo garantizar que esta promesa de igualdad no queden sólo en palabras cuando la demanda supera con creces la oferta?
Para los interesados, el proceso es claro pero exigente. Primero, registrar sus datos personales; luego, inscribirse para elegir entradas individuales o por sede, incluso optar por el paquete “seguir a mi equipo”. Finalmente, aguardar el sorteo que definirá quién tendrá la fortuna de comprar un boleto antes que la venta general, que se extenderá hasta el 19 de julio de 2026, día en que se cerrará el gran espectáculo en el estadio conjunto de Nueva York y Nueva Jersey.
Este calendario marca no solo la cuenta regresiva para la fiesta deportiva más vista del planeta, sino también un reto para las instituciones: gestionar una demanda masiva con transparencia y justicia, en una carrera contra el tiempo y la expectativa global. ¿Podrán los aficionados conseguir su entrada sin mayores tropiezos, o la alta tensión y los precios elevados seguirán dejando a muchos con la esperanza en suspenso? El Mundial está a la vuelta de la esquina, y con él, las historias que solo un torneo así puede escribir.