Conductor del atentado a Miguel Uribe confiesa que le ofrecieron $5 millones por manejar y más detalles

📸 Cortesía: captura de pantalla video Noticias Caracol / X
EN LA MIRA: EL CONDUCTOR QUE LLEVÓ AL ATENTADO CONTRA MIGUEL URIBE TURBAY
Una ruta marcada por la violencia.

Este lunes 9 de junio de 2025, Bogotá aún intenta comprender la compleja cadena que desembocó en el atentado contra Miguel Uribe Turbay, precandidato presidencial del Centro Democrático, ocurrido el sábado 7 de junio en el barrio Modelia, al occidente de la ciudad.

El detalle crucial que abre esta historia es la confesión ante la Fiscalía General de la Nación del conductor de la operación criminal, Carlos Eduardo Mora González. Este venezolano, que era conductor para la aplicación InDrive en Soacha, reveló que fue reclutado apenas un día antes del ataque para participar activamente a cambio de cinco millones de pesos colombianos.

Su papel, aparentemente secundario, fue en realidad esencial: además de llevar a los asaltantes hasta el lugar, Mora transportó y entregó el arma con la que un menor de 15 años disparó directamente contra Uribe Turbay. La logística de la acción criminal fue coordinada por un hombre apodado el Costeño, quien, a su vez, recibía instrucciones desde Ecuador a través de un individuo identificado como el Churco.

Mora recordó a la Fiscalía las palabras de su reclutador tras un contacto inicial vía WhatsApp: meterle plomo a un objetivo todavía desconocido para él, sin explicar nombres ni motivos. El plan se fue desgranando en el trayecto, con negociaciones directas entre el Costeño, el adolescente que disparó y una mujer integrante de la banda que entregó el arma homicida.

La caja negra del atentado incluye además la participación comprometida de un adolescente al que le prometieron veinte millones de pesos por cumplir con la tarea decisiva del ataque. Esta cadena refleja el talento siniestro de organizaciones criminales que movilizan a jóvenes y a extranjeros en roles diferenciados, sembrando un vacío de seguridad y un temor creciente en la capital.

La Fiscalía no duda en calificar a Mora González como un eslabón fundamental de esta red, clave para esclarecer no solo el ¿cómo? y ¿quién? sino también para responder a las preguntas más profundas: ¿por qué una violencia tan calculada? ¿qué actores siguen ocultos? Y sobre todo, ¿qué queda para una Bogotá que no quiere más atentados ni cicatrices en su alma colectiva?

Mientras la justicia ahonda en esta investigación, la ciudadanía observa con cautela y espera que las sombras que vigilan estas calles se disipen pronto, dejando espacio para la confianza y no para la duda.

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