Confirman que cuerpos hallados en depósito son de vecinos desaparecidos de Lucho Herrera

📸 Cortesía: Colprensa
¿JUSTICIA TARDÍA EN FUSAGASUGÁ?
La verdad sepultada durante más de dos décadas.

16 de junio de 2025, Fusagasugá. La Fiscalía General de la Nación confirmó que los restos óseos hallados en un depósito institucional corresponden a Diuviseldo Torres Vega y Víctor Manuel Rodríguez Martínez, dos campesinos desaparecidos en 2002 y vecinos de la finca del exciclista Luis Alberto “Lucho” Herrera. La identificación, lograda tras pruebas de ADN a familiares de las víctimas, pone un capítulo más a la larga espera de justicia en esta región marcada por la violencia rural.

La noche del 23 de octubre de 2002, cuatro vecinos —Diuviseldo Torres Vega, Víctor Manuel Rodríguez Martínez, José del Carmen Rodríguez Martínez y Gonzalo Guerrero Jiménez— fueron sacados a la fuerza de sus hogares por hombres armados, presuntamente miembros de las Autodefensas Campesinas del Casanare. Según los relatos de tres exparamilitares, Luis Alberto Herrera habría señalado a estas personas como “milicianos de las FARC” o como detractores de la venta de tierras en la región. Además, según testimonios, habría autorizado o facilitado estas acciones en terrenos que hacían parte de su propiedad, terrenos que ahora albergan un vacío doloroso y una justicia incierta.

Desde aquel octubre de 2002, los familiares denunciaron la desaparición sin ver avances concretos en la investigación. Fue solo tras las recientes condenas a exparamilitares que la Fiscalía decidió mover ficha. Uno de ellos, conocido como alias ‘Ferney’, sentenciado en abril de 2025, incriminó directamente a Herrera como presunto determinador del crimen. Este testimonio obligó al Juzgado Cuarto Penal del Circuito de Fusagasugá a compulsar copias para iniciar una nueva investigación en medio de la sombra y la controversia.

La noticia de la confirmación de las identidades abre heridas que aunque cerradas apenas cicatrizan, y arroja luces sobre la compleja relación entre el poder local, la violencia paramilitar y la impunidad que durante años erosionó la confianza en las instituciones. ¿Puede acaso la verdad llegar tan tarde que se convierta en solo una sombra más del pasado? La ciudadanía sigue aguardando respuestas que restituyan la dignidad a las víctimas y a sus familias.

Mientras este proceso judicial apenas empieza a tomar forma, persiste la pregunta inevitable: ¿podrá la justicia alcanzar a aquellos que durante años parecieron intocables, y dar alivio a una comunidad que no olvida?

Herrera ha negado cualquier implicación y hasta el momento no ha sido acusado formalmente por estos hechos.

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