📸 Cortesía: Álvaro Tavera – Colprensa
¿Muerte política a la vista?
Este miércoles 2 de julio de 2025, el Consejo de Estado en Bogotá admitió una solicitud que podría truncar la carrera política del representante a la Cámara David Racero, quien hoy enfrenta la posibilidad real de perder su investidura.
La petición fue presentada por Samuel Ortiz, un ciudadano que acusa a Racero —militante del movimiento Pacto Histórico— de tráfico de influencias en contrataciones vinculadas al Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA). Estas acusaciones no son aisladas: la Procuraduría General también abrió una indagación contra Racero y el director del SENA, Jorge Eduardo Londoño Ulloa, por presuntas irregularidades en el mismo caso. La Sala Plena de lo Contencioso Administrativo, presidida por Jorge Iván Duque, encontró que la demanda cumplía los requisitos formales, lo que habilita un proceso de pérdida de investidura, traducción jurídica al concepto popularmente conocido como “muerte política” .
Notificado personalmente, Racero tiene cinco días hábiles para entregar sus descargos y aportar pruebas que desvirtúen las imputaciones. El Consejo de Estado evaluará diligentemente cada elemento recogido para definir si procede la inhabilitación del congresista, lo que no solo desmontaría su carrera política sino que también pone en juego la confianza ciudadana en las instituciones que deberían velar por la transparencia.
Detrás de esta acusación subyace un entramado que remite a las sombras de la contratación pública en Colombia, donde el tráfico de influencias erosiona la legitimidad democrática y abre interrogantes sobre controles efectivos. Audios y chats aluden a gestiones irregulares ante el director del SENA, evidencia que el proceso tendrá que esclarecer con rigor.
Mientras tanto, la ciudadanía observa con expectación cómo se desarrollará esta investigación que podría marcar un precedente en la lucha contra la corrupción política. ¿Logrará la justicia avanzar sin dilaciones? ¿O quedará este caso entre tantas sombras que empañan la política colombiana? Así, el futuro de David Racero y la integridad de las instituciones están en juego, recordándonos que la rendición de cuentas, aunque tardía, sigue siendo un anhelo vigente.