📸 Imagen cortesía: Captura de pantalla. Video tomado de la cuenta de X de Abelardo de la espriella
La manada y el rugido de un outsider
Este lunes 3 de noviembre, en el corazón de Bogotá, el Movistar Arena se llenó hasta sus últimas butacas para un evento que busca sacudir la política colombiana. Más de 15.000 personas, según los organizadores, presenciaron la oficialización de Abelardo de la Espriella como precandidato presidencial para las elecciones de 2026.
La convocatoria, bautizada como “La gran convención nacional de defensores de la patria”, desplegó un espectáculo vistoso y cargado de símbolos: De la Espriella se apodó “El Tigre”, un outsider que quiere rugir más fuerte que la clase política tradicional. Con discursos marcados por un populismo explícito, apeló a un imaginario colectivo que clama por un cambio radical, una defensa férrea de la familia, la propiedad privada y el libre mercado, elementos que, a su juicio, están bajo amenaza.
Entre los asistentes se contaron voces del ámbito político y social como Enrique Gómez, Lina Garrido, el congresista Miguel Polo Polo y el conferencista Daniel Habif. También llamaron la atención figuras mediáticas de diversa índole, desde la periodista Eva Rey hasta la congresista estadounidense María Elvira Salazar, pasando por el exfutbolista Faustino Asprilla y reconocidos humoristas. Esta amalgama de participantes apunta a una estrategia clara: atraer y consolidar una base plural para un movimiento que se autodefine como defensor de la patria.
El ambiente estuvo teñido de emoción y fervor. De la Espriella clamó: “Nos reunimos como una sola manada y un solo rugido”, convocando a un sentimiento de unidad fragmentada por las divisiones políticas del país. Las consignas coreadas — “Fuera Petro” y “Firmes por la patria”— reflejan un rechazo frontal a las políticas del actual gobierno y señalan una línea negra en la defensa de valores considerados intocables.
Detrás del acto, según explicó el precandidato en Blu Radio, hay una inversión económica significativa, cercana a los 280 millones, que revela la magnitud de la apuesta. Más allá del despliegue, la pregunta persiste: ¿Podrá este llamado disruptivo traducirse en una verdadera fuerza política o quedará en el eco de un simple rugido?
Mientras tanto, Colombia observa en silencio, pero con atención, cómo se mueve ese “Tigre” que promete luchar por lo que muchos entienden como la esencia misma de la patria. La contienda apenas comienza, y la política nacional parece en busca de nuevas manadas y nuevos rugidos que la despierten. ¿Qué significado tendrá este fenómeno para una sociedad que se debate entre el cambio y la tradición? ¿Será el inicio de una transformación o solo un capítulo más en la novela interminable de la política colombiana?
