📸 Imagen cortesía Redes Sociales
¿Congreso o ring de pelea?
Este jueves 18 de abril, en plena sesión del Congreso de la República, la discusión sobre el Presupuesto General de la Nación se vio interrumpida por un cruce de insultos entre los representantes Miguel Polo Polo y Alfredo Mondragón.
La tensión estalló cuando Alfredo Mondragón, integrante del Pacto Histórico por el Valle del Cauca, denunció la reiterada ausencia de Miguel Polo Polo, elegido por la Circunscripción Afrodescendientes, en las sesiones de control político, incluyendo la presencia del ministro de Defensa. “¿Cuántas veces te has sentado acá?”, espetó Mondragón, aludiendo a datos difundidos días antes junto con la representante Esmeralda Hernández.
Estos números revelan que, entre 2023 y 2024, Polo Polo faltó a 317 de las 505 votaciones realizadas, un 63% de ausencias, además de dejar sin quorum 23 plenarias. Apenas comenzado el período legislativo actual, ya se ausentó en 8 ocasiones.
La respuesta de Polo Polo fue vehemente y cargada de insultos. Sin medir el recinto ni el momento, atacó a Mondragón con adjetivos descalificadores, haciendo referencia a su pasado vinculado a la llamada “primera línea” y reprochándole su atuendo. “Mondragón, cuando te refieras a mí, lávate la boca puerca”, afirmó en medio de la sesión, quebrando la sobriedad que se espera del diálogo parlamentario.

Este enfrentamiento no solo refleja la polarización que ha erosionado la calidad del debate político en Colombia, sino que también pone sobre la mesa una incómoda dificultad: cómo reconciliar la pasión de las convicciones con el rigor y respeto que demanda la democracia. Mientras el Pleno intenta avanzar en decisiones cruciales como el presupuesto nacional, episodios como este convierten el recinto legislativo en escenario de un espectáculo corrosivo, más cercano a las peleas de redes sociales que a la deliberación seria.
¿Será posible que el Congreso encuentre la madurez para superar estos impasses y recuperar la confianza ciudadana? Por ahora, el duelo de palabras arde con la misma intensidad que las expectativas de una nación que reclama coherencia y decoro.