David Racero. Los audios y los chats, no perdonan.

David Racero: Los audios y los chats, no perdonan

Un velo de contradicción se cierne sobre la figura política de David Racero. Este domingo 26 de mayo de 2025, la paz del representante a la Cámara por el Pacto Histórico se vio sacudida con la filtración de varios audios y chats que lo colocan en el epicentro de un escándalo por presunto clientelismo y condiciones laborales precarias en negocios de su propiedad.

Las grabaciones divulgadas por el periodista Daniel Coronell no tardaron en producir una reacción en cadena. En ellas, se escucha con claridad cómo Racero propone un empleo en una tienda de frutas y verduras que, en lugar de respetar las normas laborales colombianas, las desafía abiertamente: un salario mensual de apenas un millón de pesos, sin prestaciones sociales, sumado a una jornada extenuante que va desde las 7 de la mañana hasta las 8 de la noche, seis días a la semana. Las cifras no engañan: 78 horas semanales al límite de lo legal y lo ético.

«El pago es de 1 millón mensual, no tiene prestaciones, no tiene nada. Y sí, toca decirle que es tiempo completo, 7 de la mañana a 8 de la noche», se escucha decir a Racero en uno de los audios. Además, describe las funciones como «toderas», es decir, trabajo polifacético que incluye desde manejar la caja hasta la limpieza, un universo laboral difuso y sobrecargado para quien acepte el cargo.

Este episodio adquiere una gravedad especial si se considera que Racero ha alzado su voz como feroz defensor de la reforma laboral promovida por el gobierno de Gustavo Petro, incluso respaldando la consulta popular destinada a aprobarla. La brecha entre su discurso público y sus acciones en el plano privado se muestra entonces como un espejo roto que fascina por su ironía y perturba por su sospecha de doble moral.

La respuesta institucional no se ha hecho esperar. La Corte Suprema de Justicia y la Procuraduría han abierto investigaciones para dilucidar si estas prácticas constituyen una violación de los derechos laborales o representan una forma de clientelismo encubierto, que erosionaría la confianza en las redes políticas y en la lucha por condiciones laborales dignas.

Mientras tanto, la ciudadanía observa con atención y creciente escepticismo. ¿Cómo reconciliar a un defensor de la justicia laboral con su posible participación en la explotación de trabajadores? ¿Cuánto daño provocan estas contradicciones en la expectativa de un país que demanda coherencia ética en sus representantes? El caso Racero no solo desnuda un presunto abuso, sino que arroja una sombra sobre el compromiso político y el ejercicio del poder en tiempos donde la transparencia y la equidad deberían ser faros inquebrantables.

En esta historia, los audios y chats no solo hablan: acusan y convocan a un debate más profundo sobre la integridad y las luchas que se dan, muchas veces, en las penumbras de la política y la economía. ¿Podrán las investigaciones aclarar la verdad o quedará todo en el ruido de la controversia? La incógnita queda abierta, mientras el país sigue expectante.

Comparte en tus redes sociales

0 0 Votos
Puntua este contenido
guest
0 Comentarios
Más antiguo
Lo más nuevo Más votado
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios