📸 Imagen cortesía El Nuevo Siglo- Catalina Olaya
¿Ausente por salud o por desgaste de poder?
Este lunes 1 de septiembre, en el emblemático Hotel Tequendama de Bogotá, el presidente Gustavo Petro no apareció. La razón oficial fue un problema de salud que obligó a cancelar su presencia en un evento clave: la socialización del Plan de Estabilización de Giros a la Red Pública, un encuentro que congregó a cientos de actores fundamentales del sistema de salud colombiano.
Petro, quien durante el fin de semana mostró signos claros de desgaste, tuvo que seguir la recomendación directa de su médico personal. Así lo explicó el ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, frente a gerentes hospitalarios, alcaldes y representantes institucionales. «Su médico consejero recomendó exámenes médicos tras registrar problemas asociados al estrés y a las múltiples presiones que enfrentan diariamente quienes ejercen la Presidencia», fue la explicación pública para una ausencia que algunos interpretaban con suspicacia.
El evento fue de gran relevancia: la sede reunió a directivos de más de 527 hospitales y clínicas de la red pública, la Superintendencia Nacional de Salud con Giovanny Rubiano a la cabeza, la directora del Instituto Nacional de Salud, Diana Pava, y Félix León, director de la ADRES. Allí, se presentó el robusto Plan de Estabilización de Giros, una respuesta gubernamental urgente para garantizar que los recursos fluyan directamente del Estado a las instituciones de salud, minimizando los retrasos y la incertidumbre que tanto han erosionado la confianza en el sistema.
Sin embargo, la suspensión de la agenda presidencial puso en voz alta una cuestión quizás más profunda: el desgaste que enfrenta un mandatario sometido a las tremendas exigencias del poder y un contexto político y social convulso. Las palabras del ministro Jaramillo revelaron un aspecto humano con el que pocas veces se cuenta cuando se habla de la alta política.
Este episodio abre una reflexión inevitable: ¿puede un líder sostener su salud física y emocional en medio de un sistema tan denso y demandante? Mientras la institucionalidad se moviliza alrededor del plan presentado, el país observa en silencio cómo fragilidades personales se entrelazan con las grandes transformaciones públicas. ¿Será acaso este ausentismo un simple trámite médico o la muestra de un mando que resiste, pero a un costo elevado?
La incertidumbre persiste, no solo sobre el plan de salud sino sobre la vitalidad del propio poder. Mientras tanto, Bogotá, el 1 de septiembre de 2024, conservación un vacío—el de un presidente que debió ceder ante su cuerpo, en un día que pretendía ser de impulso y estabilidad para un sistema, y para una nación, siempre en tensión.