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[¿Cortes en la era digital?]
Este viernes 24 de octubre, la tranquilidad digital de miles de colombianos se vio interrumpida por un apagón en los servicios de Bancolombia y Nequi.
Al filo de las 2:30 de la madrugada, una falla silenciosa comenzó a extender su sombra en la plataforma digital de Bancolombia y en su billetera virtual Nequi, dejando a cientos de miles sin poder realizar operaciones básicas. Desde Bogotá a Medellín, pasando por Barranquilla, Cartagena, Bucaramanga y Manizales, las quejas se multiplicaron: transferencias bloqueadas, retiros de efectivo frenados y pagos detenidos en seco. La mañana se convirtió en un pulso de incertidumbre para quienes dependen de la fluidez tecnológica para sus finanzas diarias.
Detrás de esta interrupción, Bancolombia identificó la raíz del problema: un fallo en uno de sus servidores principales. La entidad, que no tardó en comunicar la situación a través de su cuenta oficial en X, aseguró que su equipo técnico trabaja sin pausa para restablecer el servicio. También enfatizó, con palabras que buscan apaciguar la inquietud colectiva, que tanto el dinero como la información de sus clientes permanecen intactos y seguros.
La magnitud de la afectación es clara en los datos de Downdetector, una plataforma que captura en tiempo real las caídas de sistemas digitales. Allí, un 71% de los reportes evidenciaron dificultades para acceder desde dispositivos móviles, mientras que un 19% señalaron problemas al iniciar sesión, y un 10% fueron quejas sobre el funcionamiento irregular de los cajeros automáticos. La billetera digital Nequi, con sus más de 24 millones y medio de usuarios activos, cayó en un silencio total: quienes intentaban ingresar a la app solo encontraban el mensaje críptico, casi melancólico, de “Trabajamos para estar disponibles pronto. Inténtalo más tarde”.
Este apagón deja en evidencia las fragilidades que aún persisten en una era donde la banca se confía, cada vez más, a la inmediatez y la conectividad. Mientras el equipo técnico busca las soluciones, la pregunta queda flotando: ¿qué tan preparados estamos para sostener nuestra vida financiera cuando la tecnología, en la que confiamos plenamente, decide detenerse? Por ahora, solo queda esperar que esta pausa sea un corto paréntesis y que la confianza, ese delicado capital intangible, no se erosione con tanta facilidad.


