Cuentan que una vez un niño le preguntó a su padre, de qué tamaño es Dios.
Entonces al mirar al cielo su padre vio un avión y le preguntó a su hijo de qué tamaño él lo veía.
El niño le contestó: – Muy pequeño, tanto que ni se alcanza a ver– .
Entonces el papá lo llevó al aeropuerto y al estar cerca de un avión le preguntó:
– ¿Y ahora de qué tamaño es el avión?–
El niño le responde asombrado: – ¡Papá, es enorme!–
El padre entonces le dijo: – Del mismo modo es Dios para ti. Su tamaño va a depender de la distancia que tengas con él, y asimismo tu experiencia hacia él, cuánto más cerca estés de Dios, mayor será en tu vida –.
Nunca olvides que…
Hablarle a Dios de nuestro día a día también es orarle, porque quien a Dios se acerca, el descanso en el alma lo cubre.
No temas acercarte a él, guardar silencio y escuchar su voz, a veces es necesario salir del ruido para entrar en calma y recibir su abrazo amoroso y consolador.

Deléitate en el Señor, no permitas que los problemas opaquen tu visión espiritual.