Defensa pide feminicidio en caso de mujer trans asesinada

📸 Imagen cortesía: Tomado de la cuenta de Facebook «Sara Milleryey»
¿Feminicidio transfóbico o homicidio común?

Una indignación que ahoga.

Entre el 5 y 6 de abril de 2025, en Bello, Antioquia, la brutal agresión contra Sara Millerey González sacudió la conciencia colectiva de Colombia. Sara, una mujer trans de 32 años, fue golpeada hasta sufrir fracturas en sus extremidades y arrojada a un riachuelo, donde perdió la vida por ahogamiento. Todo quedó grabado en un video que se viralizó y desató un clamor nacional por justicia.

Lo que ocurrió no es solo un acto de violencia aislado, sino la manifestación más cruda de la transfobia persistente en la sociedad colombiana. La defensa de Sara pide que su asesinato sea tipificado como feminicidio, y no como homicidio común, una demanda que abriría un camino jurídico vital para la protección de las mujeres trans en el país. Wilson Castañeda, director de Caribe Afirmativo, no duda en señalar: “Nos angustia el nivel de sevicia, crueldad y dolor, la constancia de una práctica sistemática de querer aniquilarla”.

Los números no mienten. La Defensoría del Pueblo reportó 13 transfeminicidios solo en los primeros tres meses de 2025, reafirmando que la violencia contra mujeres transgénero es un problema de salud pública y derechos humanos. Sin embargo, la Fiscalía inicialmente desestimó el carácter transfóbico del crimen, argumentando que no estuvo motivado por la identidad de género de Sara. Esta postura ha sido duramente cuestionada por la defensa y por organizaciones LGBTIQ+, quienes denuncian que negar el feminicidio invisibiliza la violencia estructural que enfrenta esta comunidad.

El reclamo de la comunidad trans, apoyado por diversos activistas sociales, es claro: reconocen la identidad de género de Sara y piden que su asesinato sea considerado un feminicidio motivado por prejuicio, un acto con consecuencias legales que no solo traería justicia para Sara sino que también se convertiría en un precedente para enfrentar la impunidad que envuelve estos crímenes.

El caso Millere irrumpe en el debate jurídico y social con una pregunta profunda y urgente: ¿podrán las instituciones colombianas reconocer la violencia específica que sufren las mujeres trans y actuar en consecuencia, o seguirán dejando que esta herida sangrante de la sociedad se cierre con indiferencia y silencio? Mientras tanto, el dolor por Sara no se ahoga; permanece, latente, y convoca a una justicia que aún está por llegar.

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