¿Infancia en jaque? Reclutamiento forzado en Maicao y el rostro indígena de la tragedia
“Los niños sin oportunidades se vuelven presa fácil.”
Maicao, La Guajira, abril de 2024. La Defensoría del Pueblo lanza una señal de alarma frente al alarmante aumento del reclutamiento forzado de menores en esta región fronteriza, un fenómeno que pone en jaque no solo a las familias sino a la estructura social local. De acuerdo con los informes oficiales, cerca del 51% de las víctimas de este reclutamiento en Colombia pertenecen a comunidades indígenas, un dato que no solo invita a la reflexión sino también a la urgencia de una respuesta integral.
Los actores detrás de esta tragedia son principalmente grupos armados ilegales, entre ellos el ELN y el Clan del Golfo, quienes explotan la vulnerabilidad de los menores para integrarlos en actividades ilícitas vinculadas al narcotráfico y la delincuencia común. La falta de espacios educativos y recreativos se convierte en territorio fértil para esta violencia reclutadora, una realidad que líderes locales conocen muy bien.
“Los niños que no tienen la oportunidad de estudiar o de recrearse, por medio de diferentes actividades, entonces eso se convierte en la oportunidad para que estos grupos los recluten,” afirmó Dermides Toloza, reconocido líder del asentamiento La Pista en Maicao, describiendo una realidad que sucede día a día al margen de la mirada institucional.
En respuesta a esta crisis, el Ejército Nacional ha intensificado su presencia con un despliegue en terreno que no solo busca confrontar a los grupos armados sino también acercarse a la comunidad mediante jornadas médicas y sociales en las últimas 72 horas. El comandante de la X Brigada, César Augusto Rodríguez, explicó que “tenemos conocimiento de intenciones de reclutamiento forzado porque hemos visto que la comunidad de menores es alta. Queremos incentivar la denuncia cuando estos grupos intenten arrancarnos a nuestros menores de la sociedad y de sus familias.”
Sin embargo, esta movilización llama a una pregunta mayor: ¿cómo se logra realmente proteger a una infancia cuya vulnerabilidad está anclada en décadas de exclusión y olvido? La historia de Maicao no es nueva, pero el rostro indígena de esta crisis evidencia que la justicia social y la protección infantil siguen siendo asignaturas pendientes. La ciudadanía, las autoridades y la sociedad civil deberán conjugar esfuerzos para que estas alarmas no sigan siendo ecos en un territorio marcado por la incertidumbre y la desprotección.
¿Podrá la región de La Guajira construir futuros distintos para su niñez, o seguirá siendo terreno fértil para apagones sociales y silencios dolorosos?