Un equipo periodístico se internó en las montañas de Antioquia, desentrañando los horrores de la secta satánica «Los Carneros», conocida por su búsqueda de oro a cualquier costo. Testimonios de sobrevivientes revelan prácticas extremas de tortura, violaciones y sacrificios. Integrantes de la secta fueron forzados a actos degradantes como violar animales, caminar desnudos, y participar en orgías, todo bajo la promesa de descubrir una guaca escondida por indígenas.
El líder de esta secta, Fabio Andrés Carmona Ramírez, recientemente condenado a 51 años de prisión, se presentaba como un enviado de Dios, afirmando que espíritus le indicaban la ubicación de los tesoros. Sus seguidores narran cómo debían someterse a intensas golpizas, beber extraños brebajes y realizar rituales grotescos. La esperanza de hallar el oro justificaba los sacrificios, incluidos autoinfligirse heridas con sopletes y dibujarse cruces en la espalda con cuchillos calientes.
Uno de los momentos más oscuros ocurrió cuando la fe en la búsqueda comenzó a decaer y los miembros de la secta culparon a un niño de seis años, Maximiliano Tabares Caro, por los fracasos. A instancias de Carmona Ramírez, el niño fue sometido a brutales golpizas que le causaron la muerte. Su cuerpo fue escondido en las afueras de Segovia, y la verdad solo salió a la luz cuando uno de los miembros rompió el pacto de silencio.
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Las autoridades condenaron a Carmona Ramírez y a la madre del niño a más de 50 años de prisión, mientras que otros miembros recibieron largas penas carcelarias. El caso de «Los Carneros» ha dejado una marca imborrable en la comunidad, destacando los peligros de las sectas y el extremo al que pueden llegar las personas en busca de riqueza.
