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¿Premio para cazar al poder?
Este jueves 7 de agosto de 2025, el gobierno de Estados Unidos dio un paso contundente: duplicó la recompensa por información que lleve a la captura de Nicolás Maduro, líder del régimen venezolano, y elevó a cifras multimillonarias las ofertas para otros altos funcionarios.
La fiscal general Pam Bondi fue la encargada de dar la noticia. Según explicó, Maduro no es solo un político: es, en palabras de Estados Unidos, “uno de los mayores narcotraficantes del mundo”. La acusación es grave y clara: el presidente venezolano tendría vínculos directos con cárteles como el Tren de Aragua, el Cártel de Sinaloa y el Cártel de los Soles. La DEA asegura haber incautado 30 toneladas de cocaína relacionadas con estas redes, de las cuales siete tendrían conexión directa con Maduro. Estas drogas, incluyendo fentanilo, estarían alimentando una crisis sanitaria en territorio estadounidense y representando una amenaza que Washington no puede ignorar.
No es solo la droga el foco. Bondi destacó la confiscación de más de 700 millones de dólares en activos vinculados a Maduro, desde aviones privados hasta vehículos de lujo. Una acción que forma parte de un esfuerzo coordinado por frenar el financiamiento de estas redes criminales.
Pero esta escalada en las recompensas también abre preguntas incómodas: ¿podrá la justicia internacional alcanzar a quienes se esconden tras el poder? ¿Será esta estrategia suficiente para socavar una estructura tan densa y compleja? Mientras tanto, se intensifica la movilización en un tablero donde las sombras y las certezas se cruzan sin tregua. ¿Quién tendrá la última palabra?