Desplazamientos masivos en Antioquia: más de 2.000 personas afectadas por enfrentamientos armados en Briceño y Anorí

📸 Imagen cortesía acnur
¿Quién huye del fuego cruzado en Antioquia?

El norte de Antioquia amanece con miedo y desplazamiento. Más de 2.200 personas han tenido que abandonar sus hogares en Briceño y Anorí este fin de semana, atrapadas en medio de un cruento enfrentamiento armado entre el Frente 36 de las disidencias de las antiguas FARC y el Ejército Gaitanista de Colombia, también conocido como Clan del Golfo, así lo confirmó la Defensoría del Pueblo al 20 de octubre de 2025.

Briceño, tradicionalmente un municipio tranquilo, vio cómo 2.081 habitantes de 23 veredas huyeron hacia la cabecera municipal. El motivo: ordenes severas y amenazas directas de los grupos armados que impusieron la cruel condición de que solo una persona permaneciera en cada vivienda, mientras el resto debía evacuar sin miramientos. En Anorí, el desplazamiento afectó especialmente a la vereda Los Trozos, donde sectores como Tenche Limón, Tenche Salino y Taca Mocho dejaron atrás a 176 personas en busca de refugio en zonas urbanas.

Esta crisis no surgió de la nada. Desde 2019, la Defensoría del Pueblo lanzaba alertas tempranas sobre la creciente violencia, los riesgos de homicidios y desplazamientos dentro del nororiente antioqueño. La zona, codiciada por su posición estratégica en corredores del narcotráfico y el control territorial, se ha convertido en un polvorín donde la población civil es rehén. Carlos Camargo, Defensor del Pueblo, expresa la gravedad: “la crisis humanitaria desbordó la capacidad de respuesta municipal y requiere de una acción inmediata e integral por parte del Gobierno nacional”.

Lo más alarmante es que la violencia no sólo desplaza personas: la instalación de minas antipersonal y artefactos explosivos expone a la comunidad a un peligro constante e invisible, mientras las instituciones luchan por controlar la situación. La pregunta que queda flotando en el aire es si las autoridades podrán, a tiempo, restaurar algo de seguridad y esperanza para quienes viven el drama del abandono y el conflicto.

Mientras tanto, miles quedan atrapados en un desplazamiento forzado que desgarra tejidos comunitarios y al que aún no se le vislumbra un final claro. ¿Cómo reconstruir la vida cuando la tierra misma se vuelve inhóspita? Esta crisis no sólo reclama respuestas urgentes, sino una reflexión profunda sobre el prolongado silencio que deja a tantas familias sin un lugar seguro donde regresar.

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