Detienen a 16 personas, incluido el presunto “autor intelectual”, por el homicidio de B-King y Regio Clown

📸 Cortesía: Redes Sociales B-King / Regio Clown
¿Música silenciada por la violencia?

La noche del 17 de septiembre de 2025 quedó marcada por un hallazgo estremecedor en Cocotitlán, Estado de México: los cuerpos desmembrados de los músicos colombianos B-King y DJ Regio Clown. Apenas un día antes, ambos artistas habían sido reportados como desaparecidos. La Fiscalía General de Justicia del Estado de México no tardó en actuar y anunció la detención de 16 personas, entre ellas Cristopher N., conocido como “El Comandante” y presunto autor intelectual de este brutal asesinato.

Lo que inicialmente parecía un caso más de violencia urbana se fue desdibujando conforme las investigaciones revelaban redes criminales complejas. Cristopher N. habría atraído a las víctimas con la promesa de oportunidades laborales en eventos musicales del tipo “Sin Censura”, muy populares en ciertos circuitos de música electrónica. Seguida esta trampa, la ruta condujo a la colonia Renovación en Iztapalapa, donde, según las pesquisas, bajo órdenes de un individuo apodado “El Pantera”, se perpetró el doble homicidio a cambio de 200,000 pesos. No actuó solo: en el operativo estuvieron implicados desde el chofer Mariano N. hasta “El Apá”, encargado del inmueble donde se consumó el crimen.

Este asesinato no es un grito aislado en el vacío: está enraizado en una red dedicada al tráfico de drogas sintéticas como “Tusi” y “Coco Chanel”, que se despliega en el mismo ambiente musical que orbitaban las víctimas. La investigación también destapó la participación de diez extranjeros provenientes de Colombia, Venezuela, Cuba y España, quienes habrían desempeñado roles que van desde la logística hasta el encubrimiento, así como la manipulación de evidencias.

La Fiscalía no dejó cabos sueltos: cámaras de seguridad, comunicaciones interceptadas y evidencia pericial de ADN conformaron el entramado probatorio que llevó a las detenciones. Sin embargo, más allá de este operativo, el caso expone un vacío inquietante: ¿cómo puede un espacio creativo y cultural ser absorvido por el crimen organizado? ¿Qué calado tiene esta violencia en la música y sus protagonistas cuando los mismos ambientes que los nutren también pueden tornarse mortales?

La comunidad artística, los familiares y la sociedad en general esperan respuestas que excedan la detención de los culpables. ¿Podrá la justicia y la seguridad pública reconquistar espacios donde hoy reina la incertidumbre y el miedo? Por ahora, la música está silenciada, y con ella, voces que apenas comenzaban a contar su historia. ¿Será este caso un punto de inflexión o apenas otro eco perdido en la impunidad?

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